Héctor Zárate César (Toluca, México, 1972). Estudió la licenciatura en Diseño Gráfico en la Facultad de Arquitectura y Arte (hoy diseño) de la Universidad Autónoma del Estado de México.
PELÓN
No recuerdo de dónde veníamos o hacia dónde nos dirigíamos. Manejaba y mi hijo iba de copiloto. El sol de finales de verano en una ciudad fría cala más, me vuelve intolerante, me pone de malas.
–Carajo, Toño. ¿Cómo pudiste perder la beca, mi amor?
–Perdón, pa.
–Yo nunca pude estudiar en escuela privada, mi papá no podía darse esos lujos; ni aunque hubiera podido, no era su estilo. Los tengo muy consentidos a ti y a tus hermanos, ¿no te parece?
–No sé, pa, lo mismo cuentan mis amigos que les dicen sus papás.
El sol, a todo lo que da; el tráfico, insoportable.
–Esta pinche ciudad es un desmadre.
–Sí, pa.
Paramos en un semáforo que nos marca el alto. Al paso que vamos este semáforo nos va a tocar en rojo por lo menos cuatro o cinco veces: “Bizarre love of triangle”, de New Order, suena en la radio, y mi humor mejora un poco.
–¿Te gusta esta canción?
–Sí, pa, creo que a mi mamá también le gusta.
Se acerca un niño a limpiar el parabrisas, hay varios, tendrá unos 13 años, la edad de mi hijo más chico.
–¡No! Le grito.
Toño me ve de reojo y pone cara, me juzga.
El niño regresa con sus amigos o hermanos. Están en el camellón de Pino Suárez, antes de llegar a Las Torres. Todos están jugando. Los observo y nuestras miradas se cruzan, la del niño mayor y la mía.
–¡Pelón!
Yo lo veo feo pero él no se intimida, me mira retador y los niños que están con él lo miran también. Toño esboza una sonrisa, voltea para el lado contrario, no quiere que lo note, pero lo noto y yo no sé qué hacer y le grito también:
–¡Feo!
Sonrío.
–¡Pelón!
Se ríe, y yo me rio también, y Toño se ríe y los amigos, o en todo caso hermanos, o lo que sean, rompen en risas, y comienzan a gritarme pelón también, y se ríen a carcajadas, y yo escucho por todos lados los gritos de pelón, y las carcajadas de todos ellos, y mi hijo rompe en risas también y la señora del carro que está delante de mí lo hace de igual forma; parece un puto concierto de pajaritos a las 6 de la mañana, cuando está iniciando la primavera. Vaya momento y ya estoy casi por llegar al frente de la fila. Poco a poco nos vamos calmando. Ahora suena The Cure, “Just Like Heaven”, no podría ser de otra manera.
Faltan pocas cuadras para llegar a casa y si alguien ganó en esto fue mi hijo; el regaño inicial se perdió.
–Canijos chamacos, ¿verdad?
–Sí, pa (aún esta colorado de la risa).
–Estás pinches generaciones ya no tienen respeto por nada.