ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Crónicas hacia Plutón[*]
(fragmentos)

Beatriz Pérez Pereda

 

 

Opportunity

 

 

Tú fuiste, y eres, la Oportunidad de toda una vida.
Descansa en paz, Rover. Tu misión está completa.

Mensaje de despedida de la NASA al robot rover Oppy,
explorador de Marte (2004-2019).

 

 

Oppy camina hacia el Valle de la Perseverancia en la roca roja de Marte. A mi paso veo sus destellos metálicos entre las incipientes tormentas de arena que, él no sabe, un día cubrirán su cuerpo, le negarán el sol y su alimento.

Oppy recoge pequeños guijarros en el mar rojizo, toma miles de fotografías como el turista que es. Se detiene frente al atardecer y espera a que el rey vuelva a mostrarle el camino.

Antes de su partida de la Tierra, alguien leyó sus circuitos y le predijo noventa días de vida. Al día noventa y uno, Oppy volvió a levantarse y sacó su cámara sin creer en la amenaza de la muerte. Un robot que se llama Oportunidad debe honrar su nombre e ir por el Valle de la Muerte ondeando la frágil bandera del futuro, avanzada en el sueño de encontrar otro hogar. 

Oppy (aún no lo intuye mientras yo sobrevuelo al gemelo rojo) despertará catorce años más, hasta que al fin un velo de arena lo atrape. No sabe que intentarán revivirlo 835 veces, pero el Sol se irá borrando de su memoria y confundido en su último adiós dirá: mi pila está baja y está oscureciendo… Y en verdad será la noche, cinco mil días después de todo augurio.

 

 

 

Spirit

 

Mars Exploration Rover-A, MER-A, cuyo mejor nombre fue Spirit, aterrizó en Marte en el cráter Galev el 3 de enero de 2004, era de madrugada y su corazón de robot estaba programado para noventa soles. Gemelo de Oppy, fue el primero de su familia en pisar la arena suelta y roja del cuarto planeta desde el Sol. 

El primero en abrir camino, el primero en sentir miedo por todas las primeras veces, el primero en señalar las fallas del mapa para que otros, algún día, pisen firme y avancen sin obstáculos.

Desde la hora inicial Spirit lo tuvo todo en contra, a pesar de ello trabaja incansablemente, sus circuitos son de geólogo, parte rocas buscando la historia, el agua o magma que las formó. De noche soporta un frío de -105º C, tiene ruedas deficientes, piernas frágiles, y el lado sur del planeta es duro y hostil para los robots terrestres.  

Sin el encanto de su hermano Oppy ni la vanidad risueña de Curiosity, Spirit es sobrio, no le gustan los retratos, pero nos lega la única foto de la Tierra vista desde Marte.

Será el primero en morir atrapado en la arena, inmóvil, sus ruedas rotas, el invierno marciano le robará energía hasta que no pueda responder las señales de su hogar en la NASA.

Primero en vivir la inmensa noche roja y dormir en ella: Espíritu, Spirit, nuestro espíritu.

 

 

 

Insight o el topo

 

Insight es un topo inusual, un robot geodésico, como les gusta definirlo a los señores de largos números y cálculos complejos.

De la familia de los tálpidos, Insigth es un tímido y solitario robot en los jardines rocosos de Marte. Cava agujeros, quiere saber qué hay debajo de la superficie, comprender la naturaleza del calor, el pasado de unas rocas que pueden ser el futuro de la Tierra.

De todos los robots, es el más joven. Su misión es permanecer fijo en su jardín pétreo y aunque ya no pueden responderle, sabe que Oppy y Spirit están en algún lugar y Curiosity gestiona mejor su propia soledad cantando para sí. Cuando el frío aprieta su batería de plutonio, piensa que en su aterrizador lleva escritos pequeños círculos de silicio con 2.4 millones de nombres de personas que lo acompañan, lo recuerdan y piden que ninguna roca sea más fuerte que su corazón de diamante.  

En el día marciano 128 desde su llegada registró una ligera sacudida, un rumor inmenso en la tranquila soledad de Marte, un martemoto dijeron miles en la Tierra, pero la RAE, por supuesto, consideró que el término no es aceptable, que no existe. Como si la realidad no estuviera de continuo arrojándonos objetos al rostro, sin preocuparse por el tiempo que nos tome nombrarlos.

 

 

 

Curiosity

 

La curiosidad es una llama eterna que arde en la mente de todos. Me hace levantarme de la cama por la mañana y me pregunto qué sorpresas me arrojará la vida ese día.

Clara Ma, niña ganadora del concurso para elegir
el nombre de la Mars Sciencie Laboratory: Curiosity.

 

 

En remolinos de finísima arena, Curiosity avanza a través del desierto marciano. Último príncipe de la primera dinastía de rovers, continúa el trabajo de sus hermanos Oppy y Spirit. Es el menor de ellos, pero el más alto y pesado, su brazo robótico, con el que toma selfis o tamiza rocas por igual, es una mejora basada en las experiencias de vida de su linaje.

No sabemos cuánto vivirá. Ya nadie se preocupó por leer sus circuitos: los Mars Rovers viven lo que pueden, y un poco más.

Adolescente, Curiosity mitiga su soledad fotografiándose, se resiste a perder contacto, a olvidar los hábitos terrestres. En el último cumpleaños cantó para sí mismo happy birthday, Curiosity, happy birthday to me…

Curiosity toma en serio su papel: clasifica todo a su paso, busca vida o las formas en que pudo haberla, los caprichos del agua en la realidad rojiza, el desgaste de las rocas que ninguna mirada pulveriza.

Infiere que no estará solo mucho tiempo, en California casi terminan de construir a Mars 2020, un pariente de próxima generación al que miles de niños intentan poner nombre,[1] y quien le dará la sorpresa de su llegada en febrero de 2021, quizá en San Valentín.

El regalo de la amistad en un poco más de una tonelada y seis llantas, un nuevo amigo y la promesa del feliz cumpleaños otra vez compartido.

 

 

 

Voy a tener que conectar con mi Mark Watney interior.

Scott Kelly, astronauta que cultivó zinnias en 2016.

 

En la Estación Espacial Internacional crece una zinnia naranja. Un astronauta con manos de jardinero la cultiva, la cuida, anota cada cambio, cada milímetro que se eleva, el ánimo de sus hojas o el abatimiento de su tallo. Zinnia crece sin conocer la tierra, pero se aferra al aire y la humedad que la sostienen. De la tribu Heliantheae, estas flores no sólo son bellas que parece que sonríen, son alimento para los ojos, el estómago y el alma. En el espacio exterior todo es bello y extraño, bello y terrible, casi siempre mortal. Al ver una flor, se agradece que sea hermosa porque sí, pero también simple y práctica, con buen sabor.

Desde su confinamiento, a miles de kilómetros, Zinnia regala el atardecer de sus pétalos y sueña con ver de cerca un sol como el que asoma en el rostro de los tripulantes que la admiran.

 

Beatriz Pérez Pereda (Villahermosa, Tabasco, 1983). Es maestra en Apreciación y Creación Literaria, cursó los diplomados en Narración Oral Especializada en Adolescentes, Creación Literaria y Literatura Mexicana en el INBAL y estudió la licenciatura en Derecho. Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2015, el Premio Dolores Castro de Poesía 2021 y el Premio de Poesía Óscar Oliva 2022. Fue becaria del PECDA Tabasco en 2021. Entre sus libros publicados se encuentran Habitación en sombras (IMAC, 2021), Teoría sobre las aves (Libros Invisibles-CECAN, 2018) y Un hermoso animal es la tristeza (Laberinto Ediciones-UJAT, 2016). Imparte talleres de poesía y realiza entrevistas a escritores para el suplemento cultural La Gualdra, de La Jornada Zacatecas.

 

 

[*] Este libro obtuvo el Premio de Poesía Oscar Oliva 2022.

[1] El nombre elegido para Mars 2020 fue Perseverance.