ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Posfacio

Raquel Gaio

 

 

Entro en Longe e Sal como si entrara en un paisaje todavía

en formación, un lugar en preparación, destituido de nombre,

como si caminara en otro tiempo; húmedo, invertebrado,

distante. Flora nos ofrece un tiempo del intermedio; del sueño,

del espejismo, una poética en que una forma de nebulosidad

nos guía, colocándonos delante no de lo que podemos ver, sino

de lo que apenas podemos entrever.

 

Aquí la palabra poética es un espacio, un lugar. La primera palabra,

yo no dije / La primera palabra, yo entré —escribe Flora,

delante de la lengua. Una lengua que convoca un paisaje

ondulante, la cual se orienta por su marea y compone con ella

el gesto de su propia escritura. Avanzo en la neblina de sus palabras,

entro en la humedad de sus espacios en blanco.

 

Leer Longe e Sal es relacionarse con lo que mengua: el amor,

el tiempo, el paisaje. En este ambiente salino hay cierta vocación

para la transparencia, para la desaparición tanto de la voz

poética como de quien atraviesa el libro. Al leerlo, somos

cubiertos por el rocío de un paisaje que está siempre

por amanecer. Un paisaje que no conoce límite.

 

Tengo los ojos turbados por el vapor que circunda el libro. Soy

guiada por su salinidad.

 

Flora instaura otra espesura de tiempo al Caminar con

la nostalgia del agua, colocándonos cercanos de algo que se

diluye antes incluso de formarse, nombrado. La poeta escribe

murmurada por un agua, la poeta se disuelve. Es junto al agua

que escuchamos nuestro propio rumor; agua oscura, ingobernable

agua que carga el primer Rostro.

 

Tal vez escribir sea este movimiento: entrar en el mar que se cierne

sobre nosotros.

 

 

Traducción de Sergio Ernesto Ríos

 

Raquel Gaio (Río de Janeiro, Brasil,1981). Licenciada en Letras por la UFRJ. Es poeta, investigadora independiente y artista-doméstica cuidadora. Publicó los libros com as patas no grande Hematoma (Urutau, 2023), manchar a memória do fogo (Urutau, 2019) y das chagas que você não consegue deter ou a manada de rinocerontes que te atravessam pela manhã (Editora Patuá, 2018).