Posfacio
Raquel Gaio
Entro en Longe e Sal como si entrara en un paisaje todavía
en formación, un lugar en preparación, destituido de nombre,
como si caminara en otro tiempo; húmedo, invertebrado,
distante. Flora nos ofrece un tiempo del intermedio; del sueño,
del espejismo, una poética en que una forma de nebulosidad
nos guía, colocándonos delante no de lo que podemos ver, sino
de lo que apenas podemos entrever.
Aquí la palabra poética es un espacio, un lugar. La primera palabra,
yo no dije / La primera palabra, yo entré —escribe Flora,
delante de la lengua. Una lengua que convoca un paisaje
ondulante, la cual se orienta por su marea y compone con ella
el gesto de su propia escritura. Avanzo en la neblina de sus palabras,
entro en la humedad de sus espacios en blanco.
Leer Longe e Sal es relacionarse con lo que mengua: el amor,
el tiempo, el paisaje. En este ambiente salino hay cierta vocación
para la transparencia, para la desaparición tanto de la voz
poética como de quien atraviesa el libro. Al leerlo, somos
cubiertos por el rocío de un paisaje que está siempre
por amanecer. Un paisaje que no conoce límite.
Tengo los ojos turbados por el vapor que circunda el libro. Soy
guiada por su salinidad.
Flora instaura otra espesura de tiempo al Caminar con
la nostalgia del agua, colocándonos cercanos de algo que se
diluye antes incluso de formarse, nombrado. La poeta escribe
murmurada por un agua, la poeta se disuelve. Es junto al agua
que escuchamos nuestro propio rumor; agua oscura, ingobernable
agua que carga el primer Rostro.
Tal vez escribir sea este movimiento: entrar en el mar que se cierne
sobre nosotros.
Traducción de Sergio Ernesto Ríos
Raquel Gaio (Río de Janeiro, Brasil,1981). Licenciada en Letras por la UFRJ. Es poeta, investigadora independiente y artista-doméstica cuidadora. Publicó los libros com as patas no grande Hematoma (Urutau, 2023), manchar a memória do fogo (Urutau, 2019) y das chagas que você não consegue deter ou a manada de rinocerontes que te atravessam pela manhã (Editora Patuá, 2018).