ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Belén López Peiró,
Por qué volvías cada verano,
Argentina, Madreselva editorial,
2018, 155 pp.

Carolina Conde (Toluca, México, 2000). Estudia la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Uaeméx.


 

El abuso colectivo presentado en Por qué volvías cada verano,
de Belén López Peiró

Carolina Conde

 

 

Opinar sobre una obra de no ficción relativa a los abusos que vivió una persona es difícil. Más allá de la estructura o el lenguaje que se emplea en la obra, el mensaje y la vivencia por sí mismos toman mayor relevancia. El hecho de que el libro Por qué volvías cada verano sea un ejercicio catártico para exponer el abuso que vivió la autora es suficiente para decir que todos deberían leerlo. Pero las formas en las que Belén López Peiró pensó y escribió esta obra también son significativas.

Belén López Peiró, escritora y periodista nacida en 1992, en Buenos Aires, Argentina, estudió Periodismo y Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Además de su ópera prima, Por qué volvías cada verano, ha publicado otra novela no ficcional titulada Donde no hago pie (Penguin Random House, 2021). Ambas obras tratan sobre el proceso judicial que inició en 2014 contra un familiar por abuso sexual.

Por qué volvías cada verano es un relato del proceso de denuncia a través de las diferentes voces de los implicados, las cuales se presentan en narraciones, documentos oficiales, testimonios, llamadas telefónicas. Desde los 13 hasta los 17 años, Belén fue abusada por el esposo de la hermana de su madre durante sus visitas en verano. Este libro expone la negligencia de las autoridades, el silencio de los familiares y la revictimización constante a las víctimas de abuso.

En el libro se utiliza un lenguaje crudo y directo, como todo el proceso que ella vivió. A pesar de que las voces que se presentan en la narración son de diferentes personas, cada una parece abrirse paso para tratar de posicionarse encima de la víctima, sin escucharla. Desde una tía que le reclama: “Encima de que te ayudamos, de que te dimos una familia, nos hiciste esto”. Hasta una madre que invalida el sufrimiento: “Déjame hablar a mí […] ¿Qué te pensás?, ¿que sos la única víctima?”. También están las voces de las autoridades que insensibilizan el dolor: “Conviene que digamos a los once. Así es la ley, viste, hay que exagerar un poco, total los efectos son los mismos”. Todos estos discursos se juntan para crear una vivencia colectiva. El abuso ya no es sólo lineal; en el centro no están únicamente las figuras de la víctima y el victimario; el testimonio de la víctima no es el único que completa el panorama de la violencia.

La estructura polifónica de la novela fortalece este mensaje principal: el abuso es colectivo. Belén López Peiró tenía claro que al escribir esta obra buscaba retratar una historia donde las víctimas de abuso se sintieran acompañadas, además de mostrar cómo funciona un sistema que beneficia a los abusadores: ese familiar que decide callar en lugar de cuestionar, ese padre ausente que no pregunta ni escucha, esa doctora que prefiere ignorar a la víctima, ese vecino que le sigue creyendo al victimario. Todos son responsables de que la violencia que afecta a la víctima siga ocurriendo. En el centro del abuso también está la presencia de los demás que, de alguna forma, lo permitieron y perpetúan el sistema que daña a las víctimas. Cada vez que se introduce un discurso, se omite a quién pertenece, porque la autora pide que el lector ponga atención y escuche activamente a todas las partes en este caso.

Por qué volvías cada verano es una lectura difícil, incómoda y dolorosa; pero, a la vez, necesaria y valiente. A pesar de que la historia se desarrolla en Argentina, Belén López Peiró se suma a los casos universales que exponen un sistema que obliga a las víctimas a callar. Ella, con todo el dolor que implica, decidió hablar.