Josemaría Camacho Sevilla,
Después de matar al oso pardo,
ISBN 978-607-422-838-0, México,
Universidad Autónoma del Estado de México,
2017, 189 pp.
Daniela Albarrán (Toluca, 1994). Es egresada de la licenciatura en Letras Latinoamericanas de la UAEM y forma parte del taller de narrativa de la revista grafógrafxs.
Después de matar al oso pardo, de Josemaría Camacho Sevilla
Daniela Albarrán
La (mala) suerte de que te pase algo en la vida, un suceso fundamental que cambie tus creencias, es algo que probablemente esperamos durante mucho tiempo. Asumimos la vida como ciclos, como cambios, como señales que los dioses nos envían para tomar o no decisiones; consideramos las cosas malas como aprendizajes, porque es lo que nos queda; pierdes una pierna, como Marcial, el narrador de Después de matar al oso pardo, y la gente que está alrededor te dice “las cosas pasan por algo”, pero la verdad es que no, las cosas no pasan por algo, sólo pasan porque tienen que pasar; seguir una línea ya trazada, el devenir del mundo.
Después de matar al oso pardo nos recuerda, con un estoicismo doloroso, que aunque pierdas la pierna o mueras a nadie le importa; tus desgracias son sólo tuyas, y como las vivas es tu problema. Algunos sí ven en una desgracia un aprendizaje vital; otros la ven como una sucesión lógica: pasó esto porque tal cosa lo provocó; los menos, y tal vez los más sabios, como Marcial, verán la desgracia como algo que sencillamente pasó porque sí, porque así es la vida y punto.
Con una prosa sencilla, Josemaría Camacho nos lleva en un vuelo trepidante a una verdad sustancial: la vida es una pérdida constante, nos vamos a morir, y a nadie le va a importar, porque somos nada; la vida, después de matar al oso pardo, “… continuará avanzando aunque no tenga ningún sentido”.