ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Dolores Dorantes,
Estilo
México,
Mano Santa Editores
2011, 51 pp.

Iván Pérez González (San Miguel Totocuitlapilco, Estado de México, 1980). Estudió Letras Latinoamericanas y Diseño Gráfico en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Su labor se enfoca, sobre todo, al diseño y la corrección de libros. Actualmente labora en el Departamento de Producción y Difusión Editorial de la UAEM.

 

Entrecomillas por las voces ausentes

Iván Pérez González

 

La palabra estilo tiene tres connotaciones a lo largo del texto: en la primera, el estilo hace referencia a lo femenino que se relaciona con la naturaleza, de ahí que se aclare: “En botánica, el estilo de una flor de angiosperma es la prolongación del ovario”. Lo femenino se manifiesta a lo largo del texto en el pronombre personal nosotras. Y sí, pues las estrofas de Estilo inician con apertura de comillas ¿Qué significa esto? Este signo ortográfico sirve para darle cierta ironía a las palabras; también se emplea para citar la voz de un autor ajeno al texto, pues este signo delimita las voces dentro de un escrito, ya sea para matizar, contradecir o reforzar una idea. El uso de las comillas en Estilo funciona muy bien porque lo interpreto como darle voz a aquellas mujeres, a ese nosotras, que no fueron escuchadas, aquellas que jamás contarán las vejaciones por las que pasaron, aquellas sin rostro que no tuvieron justicia. Cada estrofa es el repudio, la protesta, el lamento de la niña, de la adolescente, de la mujer adulta. Y digo mujeres porque la voz lírica nunca cambia, siempre se manifiesta en nosotras. Este pronombre personal se asemeja al coro de mujeres de Canterbury, de la obra de T.S. Eliot Asesinato en la catedral, donde esta agrupación se lamenta de la muerte del arzobispo Tomás Becket, pero también del mal que ha anidado en la humanidad. Esta idea no está muy lejana de la obra de Dolores Dorantes. Mientras en Estilo se escribe: “Ramas. Ramas cruzando el aire, Ramas cortando el aire. Atravesando la interminable piel del cielo, Azotando el cielo. Tiras de cielo tienes de nosotras, fervor”, en la obra de Eliot se lee: “No hay descanso en la casa. No hay descanso en la calle. Oímos menos movimiento de pies. Y el aire es pesado y grueso. Grueso y pesado el cielo. Y la tierra se eleva debajo de nuestros pies. Mal el viento, mal el tiempo, incierto el beneficio. Malvado el viento, y amargo el mar, y gris el cielo, gris, gris, gris. Ambas voces coinciden en el lamento.

En efecto, la voz lírica en Estilo es plural y casi siempre se dirige a un tú o a él, como se observa en el verso: “Queremos que quieras abrazarnos. Todas queremos que nos cortes. No somos ni cansancio, ni dolor ni muerte”. Ahora bien, si este nosotras se dirige a un tú o un él. ¿Quiénes son estos pronombres? Considero que se refiere al monstruo policefálico que es el sistema político-económico-religioso, en donde todos estamos involucrados, el sistema que da órdenes y esconde los rostros de los caídos, y para este sistema ¿qué es la mujer?; ¿la reproducción, la estadística? Dolores Dorantes lo describe así: “Somos tus códigos, una hilera de cifras. Números rojos y brillantes”. Peor aún cuando se describe a lo femenino como un animal: “Amárranos. Ponnos la correa”. ¡Qué desgarradora imagen! Otra vez el nosotras sometidas por el sistema, el poder. Desde mi perspectiva, esta situación va más allá: detrás de toda la violencia narrada se encuentra un sistema muy estructurado, el cual no permite rebasar límites, por ello se escribe: “¿Disfrutas al cerrarnos la boca?”. Quien abra la boca para expresar la verdad quedará en una fosa. De ahí que la violencia ya se ha convertido en un mercado fructífero; el morbo nos hace consumistas. Por ello los noticiarios, día con día, nos bombardean con imágenes cruentas. Así lo describe Dorantes: “Hileras de fosas y secuestros para tu consumo”.

Ahora bien, la palabra estilo en la segunda y tercera partes alude a la escritura. Si bien la voz lírica se sigue manifestando en nosotras y se continúa narrando la atrocidad, la autora apela —a mi juicio— a una reinterpretación de escribir poesía; porque se cuestiona al lector diciendo: “si buscas constantemente un estilo, terminas adoptando una careta, un disfraz con el que eres fácilmente reconocible. Concibo el estilo como una búsqueda de ti mismo”. Aquí lo interpreto como que el estilo no son las tendencias, ni las modas, el estilo se encuentra en la búsqueda constante de quienes somos, de cómo interpretamos nuestro entorno.

El estilo de Dolores Dorantes es la interpretación de la violencia hacia las mujeres, de su entorno cargado de atrocidades, también una introspección hacia ella misma. Esta violencia la transforma en arte por medio de la palabra. De aquí que ahora no es un hombre quien denuncia, es una voz plural que apela por ellas, las que han caído. Por eso se expresa en Estilo: “La escritura nos vence, nos corta la cabeza, nos prende”.

Para concluir, creo que estamos tan involucrados en el sistema que muchas veces ya no diferenciamos, quizá nos estamos acostumbrando a la violencia, por eso dice uno de los versos: ¿Cuántas cabezas están rodando por la ciudad? Ofrécenos”. Entre el nosotras y el no hay diferencias: “no nos diferenciamos”. Somos parte del mismo sistema, del mismo monstruo de infinitas cabezas. Sin embargo, festejo la escritura de este tipo de textos, un estilo que apela a la denuncia y quizá busca en el arte de la palabra la igualdad que el sistema no nos puede dar.