ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

J. Antonio Tamez–Elizondo,
Historias naturales,
ISBN: 978-607-490-259-4, México,
FOEM,
2019, 232 pp.



 

Historias naturales
De visita a la zoología fantástica de Tamez-Elizondo

José J. González

 

Nos adentramos al mundo de Tamez-Elizondo como si fuéramos bajando a ese centro Hundido con el que abre su libro, y es que pasear por los senderos que nos presenta el autor nos resulta algo sorprendente, pues en la medida en que avanzamos nos topamos con sapos comehombres, criaturas vomitadas por el mar, locos místicos, animales de papiroflexia, un camaleón dorado que se convierte en mujer, entre otros seres igual de curiosos.

Historias naturales nos muestra una ciudad cotidiana que se camina a diario, un camino común que de repente se encuentra asaltado por fenómenos intrigantes, pero que se inscriben dentro de lo maravilloso, porque a pesar de que hacen temblar el mundo de los protagonistas, estos se enfrentan a ellos con una naturalidad que nos hace pensar que ese bestiario fantástico siempre estuvo allí y de lo cual no hay nada por qué sorprenderse. Pero, ¿qué ocurre con el lector? El lector se transforma en un bicho raro que tendrá que recorrer como un visitante indeseado esos pasillos que se abren en cada relato. 

Pero no sólo encontramos animales con características peculiares, sino también nos adentraremos a la vida de esos protagonistas que siempre se mantienen en un constante estado de viaje; son personajes que no pertenecen a ningún lugar, por lo que siempre se encuentran en un limbo entre el ser y el estar-para-ser. Cada protagonista da vida a ese hijo pródigo que vuelve sobre sus pasos, pero que es golpeado en el rostro con la puerta, pues sus familias hacen latentes que su llegada sólo causa problemas, ya que viene a romper la armonía alcanzada por la partida de estos. Es así que estos animales viajeros se integran a este muestrario de exquisiteces faunísticas como seres condenados a recorrer un mundo inhóspito que los va engullendo paso a paso.

El mundo de los protagonistas parece obedecer a leyes distintas de las del resto de los personajes; si bien es cierto la frase de Nietzsche acerca de cuidarse de ver al abismo, estos han dejado que el abismo vea en ellos, es así que los podemos presentir incómodos, nihilistas, absurdos e, incluso, desencajados anímicamente.

No nos sorprende que una pantera se devore a un perro, tampoco que una mantis degollé al macho; lo sorprendente son los personajes que no se inmutan ante estos escenarios, ya sea porque están metidos en las sombras de sus propias fantasías insanas o están acostumbrados a no sentir este tipo de incertidumbre; es así que estos personajes, como lo señala Rafael Argullol en El héroe y el único, “necesitan calmar en geografías inhóspitas la herida que le produce el talante cobarde y acomodaticio de un tiempo”.

Hay en estos nueve relatos algunos guiños que nos evocan a textos de Kafka, Lovecraft, Stevenson, Maupassant, la Biblia, entre otros, que mantienen como eje fundamental el viaje como proceso de autorreconocimiento, pero como lo hemos señalado, este proceso se ve frustrado porque los intentos de regresar de ese “estado de viaje” resultan ser una experiencia insípida, por no decir desagradable, para los protagonistas, de allí entonces que decidan apartarse, habitar cabañas dentro de bosques o llevar la vida de un místico o crear figuras de papel para evadir el mundo de “los otros”, al darse cuenta de que es la única manera de reconocerse.

Humanos y animales configuran este enorme bestiario fantástico que Tamez-Elizondo nos presenta en cada relato como si fueran vitrinas de un zoológico de inadaptados. Leer Historias naturales implica leerse a uno mismo y pensar: ¿en qué momento debo emprender mi viaje? ¿En qué momento debo parar? Quizá la respuesta está en el momento en que la diferencia entre animal y hombre se imbrique a tal grado que sea imposible separar un concepto del otro.