ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Juan Carlos Báez,
Infiernos posibles,
ISBN: 978-607-87-7670-2,
México, Dogma Editorial,
2023, 172 pp.

Adonai Castañeda (Puebla, México, 2000). Ha colaborado en diversos medios, como Replicante, La Santa Crítica, Clarimonda y Levadura.


 

Salir del infierno

Adonai Castañeda

 

 

En México resulta complicado que la desgracia no sea protagonista. Ni hablar de lo costoso que es impedir que el dolor cotidiano alcance todos los ámbitos de nuestra vida. En ese contexto, es prudente preguntarse por qué seguimos con la necedad de crear en un entorno que se destruye poco a poco, que no se detiene. A propósito de ello, Juan Carlos Báez (Puebla, 1999) traza una serie de preguntas que toman forma en Infiernos posibles: trece textos que se camuflan entre el ensayo, la charla y la ficción.

A veces, la mejor forma de salir del infierno es ir hacia adentro. Báez trata temas misceláneos con un enfoque introspectivo y sagaz: desde los pendientes por cumplir; el transporte público; el cuidado de una mascota herida; el caos detrás de un partido de futbol; las «malas» traducciones literarias; la batalla contra la ansiedad; y el acto de sacar la basura y de escribir por el mero motivo de hacerlo, sin aspiraciones artísticas. O, también, el encuentro de la literatura en lo que nos rodea. Todo cabe gracias al estilo inteligente, incluso jocoso, con que retrata estos obstáculos que reconocemos en nuestra rutina. Sin embargo, al fondo, se sigue escuchando el llanto de México.

Si bien esto último puede dirigir, irremediablemente, a la seriedad y a la aflicción, Báez le da la vuelta con ironía. Esta decisión de reír, en vez de llorar, no es gratuita. Su humor funciona para señalar aquello con lo que no está de acuerdo. Sirve también para poner a prueba las ideas y encararlas entre sí. No se trata nada más de desmontar una estructura, sino de proponer una nueva. En «Hablemos en voz alta» escribe: «Uno no habla de muertos, porque sería traerlos de nuevo a la vida. Uno siempre prefiere hablar del clima, de las hormigas, de las estrellas, del camión, de los coches, de las comidas, de los pendientes, de la neurosis, de la depresión, de uno mismo».

Para Susan Sontag, la tarea del escritor, entre otros asuntos, radica en mantener una postura agresiva, adversaria, ante cualquier tipo de falsedad. A pesar de que al ensayo, en primera instancia, se le suele relacionar con la academia y el trabajo de investigación, Báez aprovecha la libertad creativa del género para exponer su óptica, muy íntima y personal, desde la honestidad. No comparte sus ideas con el fin de convencernos, de sumarnos a un dogma. Al contrario: nos muestra un problema que nos atañe. Así, luego de la carcajada, da paso a una invitación a la crítica, ese espacio que concede el diálogo y la identificación de quiénes somos en alguien más.

Al final, Infiernos posibles, en su ingenioso ejercicio de la argumentación, plantea el cuestionamiento como un arma de doble filo. Por un lado, hacia nuestro propio juicio. Por otro, hacia afuera, la realidad. Con sus múltiples temáticas, se aleja de las búsquedas recurrentes en la actual literatura mexicana. Esto porque sus ensayos proponen un cambio de perspectiva: es necesario encontrar la gracia en un panorama violento y desesperanzador; hallar lo posible en el infierno. Así, la duda se vuelve una herramienta para seguir construyendo significado. No consiste en simple evasión, sino en un verdadero acto de valentía, donde vivir amerita reconocimiento.