ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Ismene Venegas,
Lengua partida,
México, Grafógrafxs,
2021, 83 pp.

Vania Heredia (Tlalnepantla, Estado de México, 1999). Cursa el último semestre de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UAEMéx. Formó parte de la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura y coordinó el Comité de Creación Literaria del CONELL XX (2022). Realiza sus prácticas profesionales en Grafógrafxs.


 

Cómo guisar sin que se formen grumos

Vania Heredia

 

 

Lengua partida, de Ismene Venegas, está compuesto por diez crónicas–relatos que abren el apetito de viajar a Ensenada para conocer los valles, probar el choro chowder y disfrutar de un buen tepache.

Con un trasfondo de amor hacia un padre cuyos padecimientos fueron difíciles y dolorosos para la familia, la protagonista de estas historias rememora vivencias sobre la inalcanzable superioridad culinaria de una madre o acerca de aquellos días laborales, así como de diversión, experiencias significativas en las que el enriquecimiento de sus habilidades gastronómicas tuvo lugar. Fue autodidacta: aprendió a preparar flan y huevo con migas —mecánicamente, tal vez—, del que la abuela estaría orgullosa si lo viera servido en la mesa de su hijo convaleciente; durante la pandemia logró hornear pan de plátano, además de otros experimentos, con el propósito de no sucumbir ante la desesperación del encierro, y también conoció y se reencontró con distintos sabores, que desembocaron en el confirmado disgusto por el tepache o en el gusto por el erizo en nigiri, pues es preferible al erizo enlatado.

Los apetecibles platillos son la pieza fundamental del vínculo entre la protagonista y su familia, y la base de muchos recuerdos que se tornan nostálgicos. Cada guiso, marinado o con poro en lugar de cebolla, transforma esta obra en un recetario insólito, conmovedor y, sobre todo, admirablemente pormenorizado. Por tanto, la comida no es sólo un recurso temático, ya que la autora elabora un compendio de recetas impecables y específicas, pues proveen al lector de una breve introducción sobre el ingrediente principal antes de comenzar la descripción de los procedimientos por seguir, comparan los sabores y las texturas con algún referente inmediato e, incluso, indican exactamente qué dedos utilizar para limpiar los mejillones (con los dedos índice y pulgar de la mano derecha).

Aunado a esto, las analepsis —en términos de Genette—, que conducen a eventos todavía más remotos, tienen la función de aumentar la conmoción y la curiosidad en el lector, lo cual es un recurso bastante atractivo y bien ejecutado en estos relatos, si se considera su corta extensión. Además, el registro lingüístico de la narradora es acertado porque permite digerir sin dificultades el discurso, del mismo modo que convierte las memorias en un relato más íntimo, lo suficiente como para que el lector pueda identificarse con estas en algún punto.

Sin duda, Lengua partida fascinará a los comensales que se atrevan a probar sus sustanciosas páginas y a ser partícipes de un pasado envuelto por la brisa calurosa de Ensenada.