Esther M. García,
Mamá es un animal negro que va de largo por las alcobas blancas,
ISBN 978-607-422-837-3, México,
Universidad Autónoma del Estado de México,
2017, 96 pp.
Consuelo Nieto Ortega (Toluca, Estado de México, 1991). Médico Cirujano por la Universidad Autónoma del Estado de México.
Mamá es un animal negro que va de largo por las alcobas blancas, de Esther M. García
Consuelo Ortega
Sin duda escribir una reseña acerca de un libro de Esther García, autora que genera ruido a su alrededor, resulta un verdadero reto para alguien que lee su obra por primera vez. El ruido se produce porque la escritora en cuestión fue ganadora del premio Gilberto Owen Estrada 2016-2017; porque el título de su libro podría considerarse “agresivo” tratándose de lo más intocable y sagrado para nuestra raza, que es la figura de la madre; y por la reciente y sonada noticia de que uno de sus libros perdió el premio sor Juana Inés de la Cruz 2019 por un asunto de incumplimiento de los puntos de la convocatoria. Entonces, con el resumen anterior de algunos de sus pormenores, aunado al que aparece al final del libro, el cual es igual o más vasto, dar una introducción a su obra es desnudar algunas interrogantes o los porqués que podrían venir a la cabeza al escuchar su nombre o ver materializadas sus letras.
Mamá es un animal negro que va de largo por las alcobas blancas en su mismísimo título nos da una aproximación al contenido del libro. Cabe destacar que un título tan largo y a la vez tan ácido nos adentra a la posibilidad de estar frente a un texto que será todo, menos jocoso. El libro versa, en capítulos que van evolucionando, sobre la figura de la madre desde diferentes acepciones, pero ninguna de estas corresponde a la inmaculada perspectiva a la que estamos acostumbrados ni la sube a un pedestal con un cromo de superheroína. Cada sección nos va llevando a poemas con matices crudos, que al finalizar su lectura nos dejan un peculiar sabor de boca y una sensación de extrañeza. Esther, al inicio, nos habla de la madre sin vocación que, desesperada por las exigencias y el llanto de sus hijos, determina dejarlos sin voz y tener unos minutos de paz, unos minutos para estar de nuevo consigo misma, la que tiene el instinto de asesina, la madre tarántula que se come a sus crías. En otra parte del poemario, que a mi parecer es la que se podría considerar menos lesiva, se toca el tema del aborto desde la pérdida, desde los ojos de la madre y sus circunstancias, la madre en el hospital, la que sí quiere y no puede, la mujer violada o la que ejerce su libertad para reinventarse como no/madre después de un embarazo no deseado. Hay una sección en específico que tiene una fuerza literaria y moral impresionante, que viene a destronar a la madre como la omnipotente y todopoderosa; en esta se ve a un ser que ha sufrido, que ha tenido traumas, que aconseja y juzga, que contagia de miedos y prejuicios, a una madre humana que también está hecha de errores y trata de cubrir sus propias carencias bajo el cobijo de su asfixiante seda.
Un rasgo admirable en la obra es la capacidad de la autora de encasillar a la madre y ponerla como una especie de arácnido, que podría compartir peculiaridades del reino animal: la madre es una tarántula, pero hay varios tipos de tarántulas, como tipos de madres, mas no deja de ser una figura que impone cierto terror y que ama a su manera y con medios atípicos.
Finalmente, me permito citar un poema que tiene una fuerza apabullante y hace volar los sesos de la figura que nos presenta:
“Digo la palabra
madre
y de mi boca
emerge negra
una tarántula”
Me parece una obra que merece una tarde para su lectura y que en su mayoría es agradable a la vista.