Ánuar Zúñiga Naime,
Pretty Hate Caffeine,
México, Periferia Escribidores,
Forasteros, 2019, 41 pp.
Pretty Hate Caffeine, de Ánuar Zúñiga Naime
Consuelo Ortega
Tras mucho pensar y darle vueltas a cuál sería la mejor manera de dar una introducción al libro de Ánuar y de redactar una reseña “decente”, concluí que lo ideal sería empezar con una palabra que resumiera su poesía:
EXQUISITA
En esta dimensión terrenal en la que todo podría ser arte, en la que todo podría llamarse poesía o en la que de vez en vez la libertad de expresión se nos va de las manos, aparece un libro que rompe esquemas, los rompe bien y los rompe bonito, y no por lo anterior se debe presuponer que la pluma de nuestro autor caiga en la osadía de subestimarse, todo lo contrario, es un respiro a los que nos ocupa el tema de las formas de expresión tan nouveau. Podría ser muy aventurado compararlo con algún otro autor o empezar a enunciar a quienes creo que son su autores predilectos o que formaron parte de esa guía para crear su propio estilo, cuáles fueron los programas de TV que lo marcaron e hicieron mella o los cómics que le dieron la realidad alterna que no buscaba, que más bien lo encontró.
Quien lea su obra descubrirá a un escritor con una Mont Blanc que se encontró en un Uber y que pasó a compartir devenires con una BIC, y ya sea con una u otra, no existe una distinción al momento de crear un escenario feroz y despiadado, uno que se llama crecer y ver la vida sin tapujos.
Leer Pretty Hate Caffeine es una aproximación ácida a una objetividad que la mayoría trata de maquillar con números falsos y positividades; leer el texto es sentarte en una banqueta que apesta a orines de humano, en las cercanías de un municipio olvidado y con deficiente iluminación pública, prender un Delicado y esperar a que surja la poesía o en su defecto te asalten. Ánuar viene a darle una connotación hiperrealista al papel que fungimos como protagonistas de una vida que resulta tan interesante como leer la autobiografía de los millones de habitantes con desazones que existimos en este planeta Tierra, el cual ya no nos importa si es redondo, si es plano o si es ese simulador tipo matrix que los KFGC perjuran que estamos subsistiendo.
El libro es explícito al mostrar imágenes y momentos de anécdotas o sentimientos muy arraigados que hasta el mejor adiestrado en mindfulness ha sentido. Dice, por ejemplo: “que a lo mucho sería la luz roja, el semáforo que te hace perder el tiempo” y para los que le damos una significancia poderosa y mágica a las palabras, es parecido a subirse a su “coche bomba”. El poema que da nombre al título es una maravilla en toda su estructura; contagia de un sentido de pertenencia a todos los que nos consideramos “ciudadanos promedio” y vamos por la existencia haciendo tan evidente nuestro tránsito habitual e inhumano.
En lo particular diré que tengo una predilección por el poema de la página 14, por un simple y sencillo hecho: transgrede lo incondicional.
No puedo finalizar este texto sin aludir al último poema del libro. Para todos aquellos que hemos dado el salto involuntario a la adultez y de la mano a la realidad, “Superhero” te da la estocada final y te recuerda que sí, que la realidad está jodida; que sí, es un madrazo darse cuenta; y que, también, le vemos el lado bueno o provechoso a lo que nos queda o a lo que podemos.
Leer, escuchar, conocer y volver tuyos los textos de Ánuar Zúñiga me parece un must to do que no se limita a los treinta.
Consuelo Nieto Ortega (Toluca, Estado de México, 1991). Médico Cirujano por la Universidad Autónoma del Estado de México.
Pretty Hate Caffeine, de Ánuar Zúñiga Naime
Dulce María Asís Contreras
Á
nuar Zúñiga nos obsequia Pretty Hate Caffeine. Tengo que confesar que busqué en el internet si había alguna referencia, intertextualidad, alguna canción “tocaya” o algo que me diera más luz, y creo que aprendí que debemos dejar de manosear las mentes de los poetas y respetar más el contenido, que a mi parecer merece bastante atención.
Además del ritmo un tanto Bukowskiano y nada bucólico, me agrada el desenfado de los signos de puntuación, literalmente no vi punto final. Si Ánuar no fuera un nombre masculino, no sabría identificar desde qué voz vienen algunos poemas: muchacho, “Godínez”, mujer cuarentona recién divorciada, marido u operadora; sin embargo, me identifico (o al menos pedazos de mi realidad) con cada poema.
A propósito de operadoras, soy ejecutiva telefónica y sé perfectamente cómo suena la voz metálica dulzona (y a veces sensual) del servidor en un centro de Call Center; por poco caigo en el debate de marcar dos o esperar en Línea, de cualquier manera, mi “llamada puede ser grabada para medir la calidad del Servicio”.
Este libro está lleno de ironías y me da la impresión que comprende el terror que causa ser adulto, eso que no se enseña pero que se tiene que aprender, un volado entre “tener carácter para el heroísmo o ser demasiado imbécil”, la angustia de las ciudades de los recuerdos juveniles que se guardan justo debajo de los libros para colorear y que ahora nos toca dar por herencia a los que nos siguen.
En fin, concluyo, antes de que Tommy al fin se vengue de Daly y yo no sepa explicar por qué la tierra es redonda:
“A veces tienes que desayunar
Cereal con la corbata echada
Sobre el hombro mientras
Miras a tus ídolos de la adolescencia
Morir
O hacer giras de reencuentro”
Ánuar Zúñiga.
Dulce María Asís Contreras (Metepec, Estado de México, 1990). Estudió la licenciatura de Químico Farmacéutico Biólogo en la Universidad del Valle de México. Trabaja en una institución financiera.