Olivia Teroba,
Respirar bajo el agua,
México,
ISBN: 978-607-8646-25-8
Paraíso Perdido,
2020, 96 pp.
Adonai Castañeda (Puebla, 2000). Ha colaborado en diversos medios, como Replicante, La Santa Crítica, Clarimonda y Levadura.
La escritura como medio para sanar
Adonai Castañeda
El suplicio encuentra uno de sus anversos en la estructura de la violencia. A diario nos abandonan, nos amenazan o nos silencian. Así, quedan pocas opciones para sanar. Frente a este intrincado sistema, Olivia Teroba (Tlaxcala, 1988) encuentra otras maneras de nombrar al dolor y las formula en los cuentos de Respirar bajo el agua, libro acreedor del Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos 2019.
Sus diez cuentos discurren con ritmos diversos. En conjunto, ofrecen un tempo original, dialógico entre cada una de sus partes. Con un registro rico en tonalidades, Teroba moldea a sus personajes: mujeres inmersas en ambientes que las ahogan. Desde una niña que, tras la llegada de un nuevo miembro a la familia, observa cómo cambia su vida, junto con la de su madre, en “El cielo guarda cualquier secreto”, hasta una pintora alcohólica que, tras un accidente, toma las riendas de su salud, en “Diente por ojo”.
Respecto al estilo, Inés Arredondo apunta que no se conseguirá nada perdurable si sólo nos servimos de nuestra lengua: es necesario vivirla, mirarla, conocerla, pelear con ella y amarla para lograr escribir. Teroba atiende dicha anotación y retrata la armonía en medio del alboroto. Su prosa no se limita a la mirada, sino que aspira a la experiencia sensorial: se toca, se huele, se paladea y se escucha. “Gritamos, saltamos, reímos. Todo son verbos, pura acción. El chico de al lado nos pide el porro. Ella le sonríe y se lo regala, la verdad yo tampoco puedo fumar más, siento cómo el ácido comienza a recorrer mi cuerpo. Primero es la espina dorsal y después un chispazo en la cabeza. Los ojos”. Eso nos cuenta la narradora en “Aquí y ahora”.
Las tramas de Respirar bajo el agua juegan con la estructura del cuento. En “Correspondencia”, una joven teje su historia y la de su propia familia a partir de una carta a un destinatario ausente. En “Ejercicios de caligrafía”, una mujer, diagnosticada con histeria, traza sus impresiones en un diario, a pesar de la incertidumbre que le causa escribir. En “Respirar bajo el agua”, con un ágil manejo del tiempo, en apenas unas líneas vemos transcurrir la vida de una niña que le teme al mar, hasta ser una mujer, con su propio dolor a cuestas, que visita la playa. Cada historia exige su propia estructura.
En suma, Respirar bajo el agua articula en palabras lo que apenas nos atrevemos a pensar, acaso a sentir; escudriña en los resquicios del lenguaje para conmovernos frente a su calidez. En el tratamiento de sus tópicos, siembra preguntas alrededor de la familia, el amor y la aceptación. Tras la lectura, resulta sencillo reconocernos en sus personajes y notar, entre otras emociones, un íntimo sentimiento de pertenencia.