Mana Muscarsel Isla,
La ruptura no será televisada,
ISBN: 978-607-98803-0-9,
México, Palíndroma,
2020, 88 pp.
Montserrat Alejandra Aranda Cruz (Toluca, Estado de México, 1999). Estudiante de la licenciatura en Filosofía en la UAEMéx. Participa en proyectos de difusión y divulgación filosófica. Su línea de investigación trata la relación entre la filosofía y la poesía.
Un corazón con la capacidad de romperse
Montserrat Alejandra Aranda Cruz
El recorrido por el libro La ruptura no será televisada, de la poeta Mana Muscarsel Isla, es una experiencia visceral. Las emociones, sentimientos y escenarios que ella plasma en su obra corresponden al intento de nombrar la vivencia de una ruptura.
Cuando existe un discurso que norma una vivencia resulta muy difícil salir de la repetición de todo aquello que se espera. En el caso de una ruptura, es común esperar un proceso muy doloroso, recuperarse de él y repetir el ciclo en todas nuestras relaciones afectivas. Sin embargo, la autora enuncia la posibilidad de una opción frente a este discurso, enuncia la búsqueda de otras maneras de vivir esta experiencia inevitable.
Los poemas nos van mostrando que la potencia contenida en la palabra “ruptura” va más allá de las relaciones amorosas, y que esta puede abarcar a los amigos, a los dispositivos tecnológicos, a los reclamos, a las estructuras que sostienen a una sociedad, a los lugares comunes, a nuestro cuerpo, a todo lo que se rompe y lo que quisiéramos romper. Existir es existir con otros, y Mana Muscarsel Isla lo plasma entre líneas que evocan recuerdos y escenarios compartidos o que se dejaron de compartir.
Sabemos que la ausencia de algo o de alguien siempre dará lugar a una reflexión. El porqué de las cosas nos motiva a buscar respuestas. En este sentido, el contenido del libro no se queda atrás, puesto que las interrogantes alrededor de lo que representa la “institución pareja”, la “heteronorma” y lo “ya establecido” nos llevan a vislumbrar en la ruptura una potencia política capaz de preguntarse por privilegios y disposiciones que, por estar ya establecidos, no quiere decir que sean los correctos o adecuados.
Ya sea una ruptura amorosa, la ruptura de ciertos códigos, la ruptura con algún amigo, la ruptura de uno mismo, todos los afectos y afecciones que se viven cuando algo se rompe nos permiten no sólo reflexionar sobre nuestra individualidad, sino también acerca del dolor de los otros. Pero también se nos presenta la posibilidad de reparación, de reparar lo roto. Si bien no es fácil plantearse todas estas cuestiones, la lectura de La ruptura no será televisada nos lleva de la mano hacia ello, ejemplo tras ejemplo, poema tras poema.
El valor que le damos a la amistad, el dolor físico y emocional que experimentamos, el privilegio de tener una pareja, pensar el cuerpo, preguntarse cómo está organizada afectivamente la sociedad, la necesidad o ausencia de violencia, los clichés asociados a la narrativa de la ruptura, la posibilidad de reforzar otro tipo de vínculos, de cambiar lo supuestamente establecido. Todo eso se lee entre líneas que nos invitan a encontrar un lugar seguro y lleno de posibilidades.
Finalmente, este libro nos habla de una experiencia humana bastante compleja y de la que nadie se escapa, vivencia que nos invita a la reflexión y a pensar la escritura desde lo no placentero. Su lectura nos recuerda la importancia de seguir hablando de los afectos, nos invita a trasladarlos a una esfera de acción, donde si bien no lograremos cancelar el dolor, sí podemos cambiar la experiencia de la narrativa ya establecida.