ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Ánuar Zúñiga Naime
Sector 7-G
Ediciones El Humo, Colección Brazos Labios
2015


Leila Vargas (Tlalnepantla de Baz, México, 1995). Es pasante en comunicación social y trabaja en el Portal, diario del Estado de México.

 

Sector 7-G, de Ánuar Zúñiga Naime

Leila Vargas

 

El comienzo es intentar abrir los ojos o, en su defecto, la imposibilidad de cerrarlos; un espacio físico, o no, en el que se derrochan varias consciencias, las que se supone son nuestras al nacer.

Sin embargo, el contexto remite a los años noventa, la sensación del México generada por el libro podría situarse en cualquier momento de la historia, añeja o reciente; la depresión en el aire es casi la misma.

Leer a Ánuar Zúñiga Naime da la impresión de encontrarse con alguien que, como nadie o como todos, ha perdido mucho. Se trata de una crónica que no ha terminado, una que no funciona a la luz del sol, sino al amparo de la nostalgia.

“Sector 7-G” es un libro que incomoda mientras se lee, aunque al mismo tiempo, paradójicamente calma y reconforta. Es ideal para no sentirse solo en el mundo, darle PLAY al pasado, un mundo de cómics y televisión de cuatro canales.

Mientras escapan las palabras impresas de mi memoria aparecen detrás de mí varios reflejos que había ocultado, asoma la compasión y me invaden los recuerdos.

Hay en este libro un tipo de poesía que te devora y luego te escupe a la calle, el lugar de donde eres y difícilmente olvidarás, la poesía que te lleva de vuelta a la cómoda banqueta en la que decidiste tomar unas caguamas, la esquina donde esperaste sin éxito la cita de tu vida.

“Sector 7-G” parece un elogio a la velocidad, a la cultura de masas, al ocio y lo poco que uno puede percibir, la forma gris que toma el entorno una vez que no puedes salir de los recuerdos, de las pérdidas y del miedo a quedarte solo, cuando en realidad siempre hemos estado solos. Su lectura remite a un sábado completo abandonado a la programación televisiva pública, a cualquier día de la semana con violencia en casa, a una noche de insomnio, ansiedad y a ese salvador de almas que es nuestro propio silencio.