ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Stephen King,
The Shining,
Doubleday, New York,
1990, 450 pp.


Alejandra Gotóo (Ciudad de México, 1991). Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM. Es autora de Ruptura (Ediciones Oblicuas, 2011) e integrante del taller de narrativa de Grafógrafxs.

 

The Shining: el horror
como una experiencia familiar

Alejandra Gotóo

 

 

A hoarse voice, the voice of a madman,
made the more terrible by its familiarity:
Come out! Come out, you little shit!
Take your medicine
!

Stephen King

 

Pocas veces he leído a King. En la licenciatura me acerqué a él como teórico, con su texto Danse Macabre (1981), y escribí entonces un artículo de Wikipedia para exponer las diferencias entre horror y terror. Solían apasionarme ambos géneros. Sin saberlo, poco a poco me desprendí de ellos.

Estoy ahora en un lugar donde la oscuridad domina el lugar por 16 horas. No paso mucho tiempo afuera por el clima. Así que leer arropada entre las cobijas es mi mayor pasatiempo. Esta vez me acerqué a King mediante The Shining (1977). Desde las primeras líneas la trama me atrapó nuevamente. Danny, Wendy y Jack Torrance ya eran viejos conocidos para mí. No estoy segura de la edad que tenía cuando vi por primera vez la película, sólo sé que me daba mucho miedo y que los personajes infantiles eran demasiado cercanos.

Jack alcohólico y Jack que trata por reformarse son ambos humanos y verosímiles. Las dudas que acechan a Wendy ante el cambio que ha tenido su marido y las preocupaciones de Danny completan el cuadro para dejar que los lectores seamos empáticos con cada uno de los personajes. ¿Quién no ha guardado un secreto de sus padres para protegerlos? ¿Quién no ha dudado de las intenciones de la persona con la que comparte la habitación? ¿Quién no ha luchado contra sí mismo para proteger a quienes ama?

Puede que el adagio sea verdadero y los libros sean siempre mejores que las películas. Creo que son medios distintos que se nos ofrecen para ocasiones y temporalidad. En mi niñez no hubiera logrado leer una novela como esta. Hoy, entre las penumbras y el frío, es extrañamente cercana. Estoy convencida de que este libro debe ser leído por todos aquellos que disfruten sentirse incómodos, ansiosos y asustados. Quizá quieran rememorar una trama de cierta forma familiar.