ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Julián Herbert,
Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino,
México,
Literatura Random House, 2016.


Elena Gómez de Valle (México, Distrito Federal, 1970). Es Maestra en Ciencias de Comercio Exterior y Economía Regional por la UAdeC y Licenciada en Administración de Empresas por el ITESM. Ha publicado en la Revista de Divulgación Académica y Cultural Acequias de la Universidad Iberoamericana, en la Revista Espacio 4 de Saltillo, así como en los periódicos Zócalo Saltillo y Vanguardia. Su cuento infantil “Zapalinamé” ganó el primer lugar estatal en 2017 y fue presentado en la Feria del Libro Monclova.


El Ka de Tarantino

Elena Gómez de Valle

 

Vivimos con la idea de que somos únicos, por lo que pensar en que exista un segundo yo es una amenaza real al sentido de unicidad. 

Según el escritor y doctor en filosofía por la Universidad de Londres, Julian Baggini, la idea de conocer a tu doble es fatal e interesante, pues significa que tú eres tu peor enemigo. Vernos desde afuera nos permite conocernos realmente, sin embargo, imaginar cómo otros nos ven es aterrador. Nos inquieta ver nuestro interior u observarnos de espalda.

El vocablo alemán doppelgänger significa doble andante. Se refiere al mito del doble yo y es una alegoría psicoanalítica de la naturaleza de la identidad. En nuestra superficie está el yo físico, pero debajo hay una identidad más fracturada y matizada –el inconsciente expuesto. Nuestra identidad es más que sólo apariencia.

Este mito juega con nuestro miedo a lo desconocido y lo incognoscible.

Según Paul Broks, neuropsicólogo clínico, tenemos una intuición profunda de que hay una esencia dentro de nosotros que no puede ser desprendida y de que el cerebro posibilita el sentido de sí mismo —propiocepción, le llaman.

El tema de las identidades dobles se ha explorado tanto en la mitología y la pintura como en la literatura.

En la cultura egipcia antigua se habla del Ka o “doble espíritu”, la mitología nórdica llama vardoger a los fantasmagóricos dobles y el folclore finés retrata a los eriäinen o dobles seres.

El pintor Dante Gabriel Rossetti después de adorar a Elizabeth Siddal y asegurarse de que sólo posara para él, la aisló por completo de otros artistas y de la vida social mientras él sostenía relaciones amorosas con otras mujeres. Al volver a casa después de una noche de fiesta, encontró a su esposa Lizzie muerta en el lecho; se había quitado la vida ingiriendo láudano.

Rossetti se dio cuenta de lo que había hecho. Y dado su carácter supersticioso recordó la reciente luna de miel, en la que pintó a Lizzie en un cuadro llamado How they met themselves (Cómo se encontraron consigo mismos), una obra que retrata el encuentro sobrenatural de la pareja con sus dobles, encuentro que, en la leyenda, acarrea una muerte inminente.

 

 

En 1796, se edita la novela romántica alemana escrita por Jean Paul Un hombre infelizmente casado acude a su doble quien le aconseja que finja su propia muerte. 

Asimismo, El extraño caso del Dr. Jekill y el señor Hayde, escrito por Robert Louis Stevenson, es una versión de la historia de doppelgänger.

El mito del doble andante también fue abordado por Edgar Allan Poe (William Wilson), Borges (El otro), Cortázar (Lejana), y por Saramago (El hombre duplicado).

En Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino (Literatura Random House, 2017), Julián Herbert se apropia de este mito, lo decrea y lo aborda desde un punto de vista distinto: el horror de quien te roba la vida que soñaste y que se te adelanta a vivirla en tu lugar, orillándote a conformarte con ser el otro. La idea escalofriante de quedar anulado por alguien físicamente igual a ti; compararte con tu doble y en la comparativa perder la identidad.

El autor se plantea la problemática de la competencia contigo mismo, enfrentando los sentimientos de nulidad, insuficiencia e inadecuación, además de mostrar el deseo de la destrucción del otro, aunque a su vez esto pueda significar la autodestrucción. Escarba en esa singularidad individual que de cierta manera da certeza personal en la existencia.

Con una narrativa llena de vueltas de tuerca, referencias cinematográficas y musicales, partituras y guiños hacia algunos escritores, Herbert envuelve al lector en este interesante texto híbrido. En él, disfrutamos a Juan Rulfo en un restaurante y a un narcotraficante que tiene el mismo rostro de Quentin Tarantino y que manda matar a su doble. El deseo de este personaje es el que impulsa la acción a lo largo del libro. Algunos de los cuentos se desarrollan en el norte y noreste de México. Las historias se conectan entre sí mientras el autor de Canción de tumba construye un ensayo sobre la parodia que se entrecruza con otro sobre lo sublime de Pseudo Longino a lo largo del libro.

Tráiganme la cabeza de Tarantino es una manera de husmear en el proceso creativo de uno de los escritores más reconocidos actualmente.