ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Constelaciones ruidosas: la poesía venezolana
según Adrián Arias Pomontty

 

 

A modo de saludo.

Wittgenstein escribió: “El sujeto no pertenece al mundo: más bien es un límite del mundo”. Sin duda, la potencia y extensión del lenguaje dependen de la coherencia del sujeto, de su visión, de su forma de estar en el mundo. Parafraseando a Franco Bifo: la extensión del mundo depende de la potencia de su lenguaje. Todo esto lo digo por lo que se me convoca en esta ocasión en la revista Grafógrafxs: hacer una muestra de poesía venezolana. Mi único criterio para esta selección es el gusto personal y, en última instancia, “la potencia del lenguaje”. No sabría cómo medir la segunda, hablando utilitariamente, así que dejaré que sean los textos los que hablen por sí mismos. Y cuando digo que hablen, pienso en Barthes y en su sueño de una escritura en voz alta: “Lo que busca (en una perspectiva de goce) son los incidentes pulsionales, el lenguaje tapizado de piel, un texto donde se pudiese escuchar el tono de la garganta, la oxidación de las consonantes, la voluptuosidad de las vocales, toda una estereofonía de la carne profunda”.

Lo que espero de esta muestra es bordear de otra forma los modos de lectura de la tradición poética venezolana. Me gustan los saltos cronológicos y me gustan los diálogos a(típicos) entre lxs poetas, imaginar conversaciones, contradicciones y polémicas. Para esta primera entrega de nuestro viaje, visitaremos una constelación ruidosa: Salustio González Rincones.

 

 

SÍFILIS

 

I

¡Mal de conquistadores o mal de mercaderes:

tantos nombres ostentas y ninguno te nombra!

¡Mal francés le designa el que cubre tu sombra:

mal español te llaman: maja sombría que eres!

 

¡El mal napolitano es el de tus mujeres!

¡Tu tarantela baila el que duerme en tu alfombra!

«¡Sífilis» has prohibido que te llamen, y asombra

que así no se te llama porque así no lo quieres!

 

Europa te repudia... ¡Que te llamen entonce

y que tu nombre escriban, pero en letras de bronce

—no mereces el oro de la tierras de Ophir—

 

El mal americano! ¡Naciste en el Dorado!

¡Con Colón regresaste en su buque cansado:

venías el Viejo Mundo con Él a descubrir!

 

Estrambote.

Cual mancha de aceite vas siempre adelante.

Hermana maldita del Judío Errante...

 

 

II

¡Pero tú no mereces tener tal pergamino

ni el sello aristocrático de Francisco Primero!

¡No eres luna de plata, sino turbio lucero!

¡Eres un fuego fatuo muy sucio y mortecino!

 

¡El terror de tu nombre engrandece tu sino,

y tu estrago adelantas en el silencio huero!

¡Que “Sífilis” te llamen! Tu poder prisionero

quedará en la red clara de tu nombre asesino!

 

¡Así morirás, Hada! ¡Tu negra vara rota!

¡Como en jaula de hierro, erguida en la picota

y ya sin sortilegio que en lo impune le anida!

 

¡El pudor de nombrarle aumenta tu guadaña

y por eso tus letras grabas con tanta saña:

siete sellos de muerte al libro de la Vida!

 

Estrambote.

Tu espirito pálido que va solapado

es cuerda que debe mentarse al ahorcado.

(Trece sonetos con estrambote)

 

 

AUFKLARÜNG

 

Jesús estaba dormío,

y por dormío enterrao,

en su sepulcro de peña

que la Teología le ha dao,

con la cabeza en el pecho

y un brazo al otro cruzao;

así quedó allá en el cielo

luego de resucitao,

sin meterse en la disputa

del hereje y del cruzao:

que decía que no era Cristo,

ni que era Dios condenao;

que decía que en Palestina

su sandalia había estampao.

¡Jesús dormía en su sepulcro

que la Teología le ha dao!

Estaba bien en el Cielo

más arriba del nublao.

El Papa prendió su hoguera

y el Hombre se vio eclipsao.

¡Miedo que da la coroza

y el sambenito encarnao!

Y vino el Renacimiento

y hasta se quedó callao

y la Reforma e Lutero

-ese monje enamorao-

se le atrevió sólo al Papa:

¡A Jesús no me ha tocao,

en su sepulcro de peña

que la teología le ha dao!

El Evangelio era creído

porque era un papel sagrao:

de Marcos y Mateo y Lucas

y San Juan el visionario.

Jesucristo había nacio,

el Diablo lo había tentao;

los panes en la montaña

él habia multiplicao;

y en su sermón había dicho:

¡Serás bienaventurao

si tú eres pobre de espíritu!

Junto a mi estarás sentao

cuando se quibre la tierra

y quede el sol eclipsao;

por el Hombre no me importa

que Yo sea sacrificao:

¡Así dormiré tranquilo

en mi sepulcro cavao,

que me tiene recogio,

que la Teología me ha dao!

Pero miren qué fagina:

a Jesús han despertao

los alemanes primero

diciendo que no ha pasao;

los ingleses van diciendo

que el evangelio es falseao

y los franchutes doctores

-¡Dios los haya perdonao!-

dicen que es el Sol el Cristo:

¡No en Hombre Dios encarnao!

El siglo ahora ique es de luces:

yo en sombra lo veo tiznao

¡Jesucristo es Jesucristo,

el que nació empesebrao,

el que murió en el Calvario,

el que fue resucitao,

el que dormía tan tranquilo

en su sepulcro rosao:

¡Que desdehace dos mil años

la Teología le había dao!

No me digan, no me digan,

que ese fue un loco escapao,

que quiso tumbar gobierno,

que era un mago endemoniao,

que no era hijo de la Virgen,

que su padre fue un soldao...

¡Yo soy un cristiano viejo

y yo he sido bautizao,

y vivo como Dios manda:

con siete hijos y casao!

Y quiero ¡Guá! cuando muera

comulgao y antes oleao.

ver junto a mí el Crucifijo

de ese Dios que está enterrao

en su sepulcro de peña

que tan vano se ha quedao;

 

Han venido los doctores.

 

(Corridos, sagrados y profanos)

 

 

LA YERBA SANTA


A Samuel Darío Maldonado
in memoriam.


Caído de cara al suelo junto al barranco
He visto al hombre blanco.


Entre dos rocas morenas junto al barranco
Herido el hombre blanco.


El mar que grita siempre junto al barranco
Ahullaba al hombre blanco !


Las olas como perros azules junto al barranco
Muerden al hombre blanco...


Como un recién nacido junto al barranco
Parecía el hombre blanco.


En el cielo un zamur vuela sobre el barranco
Mirando al hombre blanco.


Yo curé sus heridas y luego en el barranco
Me atacó el hombre blanco

Y me robó las perlas... Porqué yo en el barranco
No maté al hombre blanco,


Y lo eché a los perros azules del barranco
Cuyo morder es blanco ?

 

* * *

 

El varón blanco está caído sobre la arena — donde el mar
cuaja la sal al quedar preso.


El varón blanco está herido — yaciendo entre dos rocas
y la espuma tiñe con sangre.


El varón blanco oye al mar que ahúlla — como la selva cuando
la azota la tempestad ;


El varón blanco ha sido mordido por olas — que saltan sobre
él como perros.


El varón blanco se ve tan pequeño junto a las rocas — que,
como un recién nacido no habla.


Sobre el varón blanco, en el cielo — vuela un zamuro

averiguando si tiene los ojos ya muertos.


Al varón blanco sané las heridas con yerba santa y al estar
curado me atacó.


Y me robó el collar de perlas que para ti tenía ! — Porqué
no lo maté cuando yacía sobre la arena


Y lo eché a las olas que siempre tienen hambre — y muerden
a las rocas como perros ?

 

* * *

 

Hat tit kuaes chi ingué kuyen karayu — Marakoi ingu —
Tiji mahuin taimaré.


He tit’kuoe kushinuk nuye chikanyon — Kumbai au sikon
— Tiji mahuin taimaré.


Hu tot kiaeo kobok ku tunch kiu mosa — Kiu hutn nanda
— Tiji mahuin taimaré.


He tit pi an ma . fash kiu hutn naksom — Nanseuk om
— Tiji mahuin taimaré.


Hei tit kiu keunt an mukeu ki es aras — Shambu kamas
— Tin mahum taimaré.


Ha tit kiu kei chivatsari ingué marundek chi — Kuaes
inguatí — Tiji mahuin taimaré.

 

Hei ki munbun guaéui mahen kur ismeun — Fintch
nachun — Tiji mahuin taimaré.


Ho tit stingui ki kianguri chara mucuchapi — Teus inguati
— Tiji mahuin taimaré.


Ha tit rr.atu shapu mabutasch kiu hutu nanda — Humbai
cgara — Tiji mahuin taimaré.

 

 

* * *

 

Hemos traducido este poema con la forma que tiene para dar idea de su peculiar métrica, que es la frase “el varón blanco...” al principio de cada verso y la final que he visto con estos ojos que mirarán después dentro de la tierra. El Profesor Ottius Halz ha hecho notar un punto no resuelto aún satisfactoriamente. Siendo el poema escrito en lengua de los Timotes, tribu que habitaba cerca de la Sierra Nevada de Merida, cómo es posible que se hable del mar? Fue que en las edades pretéritas el mar llegaba hasta la Sierra Nevada ? O se trata de un lago andino ? Nos parece que el Tiji mahuin taimaré con que termina cada estrofa y que hemos traducido por he visto el hombre blanco podría significar también he visto cautivo, al hombre blanco en cuyo caso, el canto sería de algún Indio Timote que fue preso por los ribereños del Lago de Maracaibo (Bubures, Pemenos o Kirikires) — o por algún Conquistador o Misionero — y estando a orillas del “mar” trabajando en la pesca de perlas, le aconteció lo que relata el canto. Nos contentamos con emitir esta hipótesis liguística, recordando lo que decía Voltaire de la etimología: Una ciencia en donde las vocales no sirven para nada y las consonantes para mucho menos...

(Nota del T.)

 

 

SATURNIANA

A C. Zumeta.

(Vieja inscripción menesolana del año 3.030. después del A. C.).

 

* * *

 

Vamos a los caballitos !
Cada uno estrellas !
No son aviones !
Ni vacas !
Hu ! Hu !

 

Son naciones cinco !
Que dan vueltas
Como gotas !
Lunas !
Ha ! Ha !


Con música de Marte
en cuerda de Orinoco !
Miralos !
y sube !
He! He !

 

Tus cornucopias abundancia
embistiendo a miseria
Banderas ! Espigas !
Pampa azul !
Ho ! Ho !

 

En ella : Forwards !
C. V. Un par de coces !
Blanco potro !
Llanero !
Hi ! Hi !

 

* * *

 

El lenguaje original de este canto tiene cierta analogía con el de los latinos que habitaban la Tierra, siendo sin embargo del grupo de lenguas peninsulares, desaparecidas con el cataclismo que hundió a España e Italia y parte del Mediodía de Francia. El idioma menesolano (Menesola se llamaba el país donde lo hablaban) nos da una idea de lo que era el extinto español, italiano o francés, y muestra además la influencia de otras razas comerciantes, pues se parece a las palabras de las claves que nosotros usamos en nuestro comercio con los planetas. De los Menesolanos se sabe poco, pero si está puesto en claro, que su anhelo era morir al tener uso de razón y no la empleaban sino con este fin, llegando a él sea por medio de discusiones o de guerras[1], dirigidas, por Menesolanos que no tenían lo que llamamos en Saturno, prestigio ni patriotismo, pero que los Menesolanos seguían ciegamente con tal de perecer. Tenían tan desarrollado este instinto que si por casualidad alguno de ellos tenia la buena idea de mantenerlos en paz, todos se ponian a conspirar contra él y lo vilipendiaban. Este modo de pensar, es para nosotros tanto mas incomprensible cuanto que los Menesolanos no podian como nosotros morir en el Planeta y resucitar en el Anillo, a voluntad ! Pero de nada debemos extrañarnos cuando se trata de un Planeta tan atrasado como fue la Tierra. Y además, mal podemos darnos idea de Menesola, que como Paris, p. ej., causa tantas discusiones en el mundo de los sabios saturnianos. Si de Paris sabemos con toda exactitud que estaba situado en el Istmo que unía el océano Atlántico al Pacífico, no tenemos tal certeza con respecto a Menesola que el eminente List Uao colocó, primero en el Polo Norte de la Tierra y luego, corrigiéndose, en el Polo Sur ! Lo que si parece es que este pueblo había logrado servirse de los rios para captar la música que tocaban en Marte. Problema que no hemos polido resolver nosotros y que sea dicho con franqueza, es una vergüenza.

 

 

Nota: Se respetó la ortografía de los originales.

 

 

 

Salustio González Rincones (San Cristóbal, Táchira, 1886). Publicó algunos libros con el seudónimo Otal Susi. Estudió Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela. Formó parte del grupo La Alborada (1909). Se fue de Venezuela en 1910. Vivió en España, París, Ginebra y Roma, desempeñó diversos cargos diplomáticos y fue corresponsal para un sinnúmero de revistas y periódicos. Fue conocido como dramaturgo, traductor y dibujante. La mayoría de su obra poética fue publicada en París, donde prácticamente pasó desapercibida por la crítica venezolana. Publicó Corridos, sagrados y profanos (Imprimiere Aristique Lux, 1922), Trece sonetos con estrambote (Imprenta Artistique Lux, 1922), La yerba santa (Imprenta A. Fabre, 1929) y Viejo jazz(Imprenta A. Fabre, 1930). Murió en 1933 en altamar, a bordo del vapor Caribia.

 

 

[1] Después de una marcha por las costas de Cororo, penosa y mortificante para el Ejercito tuvimos un percance:  Dos vapores del Gobierno Nacional, viéndonos andar por plenas sabanas se nos vinieron encima para ver qué fuerzas eramos y tanto yo que era el jefe como el del Estado Mayor General presentimos un desastre, porque las tropas le tenían pavor a los cañones y así nos desbandamos en lo que éstos empezaron a tirarnos ponchas...Pudimos reunimos tierra adentro, y gracias a un indio viejo que topamos en un rancho sin techo, salimos al pueblo de Cocuyo donde fuimos recibidos por los habitantes y tres cajas de música tocadas por tres italianos pianiteros. Estuvimos allí una semana y levanté un empréstito forzoso a nombre de los Principios, dedicándome a enseñarle a los oficiales la guerra de guerrillas, tal como la entendía el Estado Mayor General de Generales que componían nuestras tropas, en donde había solo cuatro soldados rasos no ascendidos por no tener más títulos de General entre los papeles del archivo, que metidos dentro cuatro latas, formaba la carga de una mula negra muy mañosa. Ya descansados decidí abrir operaciones y destacar un cuerpo de 25 hombres hacia la boca del rio ; tuvo que retroceder, porque en ella estaban otra vez las canoneras lloviendo plomo. Entonces me hablé con el inglés jefe de la mina de cobre para que fuese a bordo y les dijera que no nos tirasen pues la tropa se componía de oficiales. Le contestaron que fuera yo a decirlo o que me presentara a las tropas del Gobierno, acampadas al fin de la línea del ferrocarril que salía de la mina. El Estado Mayor General se reunió en casa del ingles, donde por poco nos matamos echándonos la culpa de lo que pasaba. El inglés acepto dejarnos ir por la línea a condición de que le pagaran una pila de libras esterlinas por los daños que iba a sufrir. El comandante de las cañoneras convino en que la reclamación la pagaría el Gobierno, si el inglés le arrimaba la canoa después.
Nos pusimos en marcha por la via del ferrocarril, pero antes, formamos una tirería al aire para gastar las cápsulas. Procedimos a quemar los papeles y le regalé la bandera al indio baqueano para que le sirviera de cobija por ser de lana colorada. Cuando llegamos a entregarnos, fue con las botas rotas y las bestias mancadas, pues el balasto era ganga de cobre, que cortaba como un acido las suelas y los cascos.