Señores
Lolbé González
Señores que usan el pantalón debajo de donde termina la panza. Señores que te dicen «claro que sí, preciosa». Señores que se comportan como si fueran tus padres. Señores provisionales esposos que contratas para que cambien un foco y te sugieren reubicar la habitación. Señores que pierden el sueño o la calma por la noche. Señores porque algo pasa y punza y quema, pero no se sabe el qué. Señores a los que se les perdieron los diccionarios en donde estaba la palabra para nombrar el eso. Señores que dan el dato cultural posrevolucionario y decolonial. Señores capaces de resolver en un tris lo complicado, que abren la puerta o cierran el paso. Señores que dicen «buenas tardes» o no te contestan el saludo. Señores que te insultan si tú no les contestas. Señores estacionados a los costados de los parques porque esperan a alguien, quieren agarrar wifi o necesitan un respiro porque en la casa se asfixian y ninguna ventana se abre. Señores con monedas en los bolsillos olvidando las carteras y las llaves, pero no el celular. Señores dos o tres chistes repetidos en cada almuerzo familiar. Señores que no pueden parar de mirarte. Señores que no te ven aunque te dirijas a ellos para hacerles una pregunta acerca del producto que te están vendiendo; que te gritan cosas por la calle y se hacen pequeños niños cuando te quedas viéndolos fijamente. Señores dispuestos a empujar contigo el automóvil que se ha quedado detenido a mitad de la avenida. Señores que dicen «es muy sencillo» y en verdad es sencillo para ellos. Señores que son como llegar a un lugar en el que un rubro de inconvenientes vitales ya no va a existir. Señores a los que hay que descifrarles los silencios y señores demasiadas palabras. Señores que miran por la ventanilla mucho rato y piensan en cosas que no van a decirle a nadie. Señores buscando toda la vida a su madre. Señores generosos que te invitan un trago a ti y a todas tus amigas. Señores que se consideran diferentes de todos los otros señores del mundo, y los que te escuchan como nadie. Señores recién bañados y perfumados, a los que dan ganas de abrazar. Señores con camisa de cuello redondo. Señores con incipiente barba de tres días. Señores concentradísimos en cualquier tarea. Señores que no saben en dónde están las copas de vino de su propia casa. Señores con cara de niño, a los que provoca cuidar. Señores que llevan un adolescente adentro que no sabe si tirar la piedra o salir corriendo. Señores unidos a su padre por el futbol de los domingos y un mensaje que dice: «pinche árbitro culero». Señores última pieza de un edificio que está por colapsar. Señores muriéndose de hambre frente a la comida encerrada en los contenedores del refri. Señores conmovidos por su propio rostro reflejado en la pupila del hijo. Señores que cuentan cuentos antes de dormir. Señores que quieren algo. Señores con su deseo lejos de las manos intermediado por preguntas de toda clase.
Lolbé González (Mérida, México, 1986). Maestra en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Yucatán. Es docente en la licenciatura en Lengua y Literatura Modernas de la Universidad Modelo. Es autora de Quiscalus mexicanus (Grafógrafxs, 2022) e integrante del taller de poesía de Grafógrafxs.