ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Daniela Albarrán (Toluca, 1994). Es egresada de la licenciatura en Letras Latinoamericanas de la UAEM.

 

INSTRUCCIONES PARA SUICIDARSE

 

1. Decídalo. 

2. Ahora, elija entre un sinfín de opciones, por ejemplo: ahórquese.

3. Vaya a la ferretería y diga que necesita una cuerda fuerte, de esas amarillas. Pida un par de metros. Recuerde saludar con naturalidad al dependiente. Si le pregunta para qué quiere una cuerda, contéstele: “haré un columpio en mi jardín”. 

4. Regrese a su casa, observe bien la escena donde va a morir. No se cuelgue en la sala, sería traumático para su familia; tampoco en el baño, aunque es privado no querrá que las personas excreten teniendo su imagen de frente. La cocina es un buen lugar para morir ahorcado. Súbase a una silla y acomode su cuerda; de preferencia amárrela en una armella bien puesta.

5. Amarre la cuerda en su cuello. Recuerde que estará unos segundos colgado antes de perder la conciencia, así que trate de quedar de frente a su ventana para tener algo con que entretenerse mientras tanto. Súbase a una silla cuando ya tenga todo debidamente amarrado. Ahora, con mucha furia y determinación, patee la silla para que su cuerpo quede colgando y usted pueda morir. 

6. Ruegue que no llegue nadie a frustrar su suicidio. De preferencia, hágalo un día en el que todos hayan salido a trabajar o, mejor aún, cuando su familia se vaya de vacaciones. Si por azar, porque así es la vida, alguien llega a frustrar su suicidio, diga, con toda naturalidad, que estaba representado una obra dramática, que por nada del mundo se suicidaría, porque usted, como todos, aman la vida. 

7. Si frustraron su primer intento, no se preocupe, podrá seguir intentándolo con las opciones que le presentamos aquí. Ahora se va a aventar de un puente. 

8. Suba a un puente peatonal. Asegúrese de que sea la hora pico y de que pasen muchos carros en la avenida. 

9. Para ponerle picante a la escena, llore un poco, respire sus últimos momentos, y piense en esta bonita imagen, que es su meta: usted aplastado como un perro callejero.

10. Habrá gente que lo intente “salvar”. Adviértales que si se acercan, usted se va a aventar sin miramientos. Seguramente le dirán que todo se arregla, que la vida es bella, que no se mate. Usted tendrá que contestar que su vida no tiene sentido, que ya se quiere morir, que lo dejen en paz. 

11. Súbase a la orilla del puente. Verá personas con taquicardia, siempre las hay; aunque no lo conozcan van a rogar para que usted no se aviente, van a llamar a los bomberos, a la policía y no dude que alguien que se quiera hacer el héroe se acercará sigilosamente a usted para jalarlo de la camisa e impedir que logre su cometido. Entonces, para evitar que alguien lo jale de la ropa, suba al puente sin camisa. 

12. En caso de que alguien lo jale de la ropa, tampoco se preocupe, hay otras maneras de morir, por ejemplo, córtese las venas, es un clásico. 

13. Compre unas buenas navajas, de esas que se ponían en los rastrillos. Si ya no encuentra, pues ni modo, un cúter servirá. Hágalo de preferencia en una tina, es una escena dramática pero sin agua no funciona. 

14. Métase a su tina con ropa, no querrá que cuando muera, los que vayan a sacarlo tengan una erección o su cuerpo inerte sea motivo de masturbación.

15. Corte con ganas sus venas, de manera vertical. Si no logra ver sus venas, póngase una liga alrededor de sus brazos, para encontrarlas. Cuando ya las tenga listas, verdes y dilatadas, proceda. Le va a doler e inmediatamente va a salir un chorro de sangre, caliente y burbujeante, pero no se confíe, meta los brazos en la tina; recuerde que el agua caliente hará que se desangre más rápido y que casi no le duela.

16. Pero como igual le va a doler, va a tener cerca de media hora para pensar en lo que está haciendo. Va a sentir cómo su cuerpo se va desangrando; disfrute esa sensación, que será la última que tenga. No recuerde las cosas buenas de la vida; aunque sean escasas corre peligro de que se arrepienta.

17. Si por algún motivo alguien quiere entrar a su baño, diga que no se puede. Si es inevitable que entren y, por ende, que lo salven, siéntase profundamente desgraciado; la persona que lo “ayude” se va a asustar por toda la sangre que va a ver. Si usted es mujer, puede decir que tomó un baño para refrescarse de su menstruación; si es un hombre… no hay manera de justificar tanta sangre: lo van a salvar. 

18. Si ya lleva varios intentos frustrados, es momento de tomar decisiones extremas. Usted de verdad ya quiere morir, necesitará la opción infalible: un tiro en la cabeza. 

19. Vaya al lugar más peligroso de su barrio, donde sabe que venden drogas. En las primeras cuadras se va a encontrar con los narcomenudistas; ellos tal vez lo podrán guiar a donde usted quiere llegar. Diga que está buscando un fierro, ellos sabrán qué significa. Cuando llegue con la persona indicada, seguramente le ofrecerá un servicio completo, algo así como “yo me hago cargo”. Usted diga que es personal, por ningún motivo mencione que se quiere suicidar. 

20. Salga de inmediato de ahí, porque su vida correrá peligro, y no querrá que alguien lo mate en vez de usted. Váyase a un monte, un campo, una montaña, pero esta vez de verdad asegúrese de que nadie lo intentará salvar; que sea el lugar más alejado de la civilización que encuentre. 

21. Ahí, contemple la naturaleza, respiré el aire fresco que será el último que entre en sus pulmones y siéntese a escribir una carta de suicido, no vaya a ser que su muerte se la quieran adjudicar a algún criminal. Su carta debe ser emotiva; exponga sus razones; sea claro, conciso, solemne y dramático. 

22. Ponga la carta en un lugar seguro, para que cuando encuentren su cuerpo queden claros sus motivos. Meta la pistola en su boca, y apriete el gatillo. Sienta cómo su cuerpo se va quedando sin vida, sienta cómo su aire se evapora y disfrute, disfrute ese momento entre usted y la muerte, que al fin se han visto la cara.