Tratado de los valores
Luis Fernando Rangel
A Sergio Ernesto Ríos
Cuando era niño siempre me pregunté
cómo la gente sabía el valor de los billetes y de las monedas,
quiero decir, todos los billetes y todas las monedas son similares
y están hechos del mismo material o, al menos, de un material muy similar.
Pero ahora sé que su valor no depende de qué están hechos,
sino de lo que dicen que valen y bajo qué circunstancias valen.
Al momento de hablar de monedas y billetes
sería bueno explicar qué son:
Las monedas son piezas metálicas regularmente circulares.
Los billetes son pedazos de papel que son llamados papel moneda
y no son circulares.
El valor que tienen las monedas y los billetes
depende de la impresión o la acuñación,
me refiero a las marcas que reciben
para diferenciarlos de otros valores
y para saber que son reales, porque
al ser impresos o acuñados
reciben un distintivo único
que los vuelve difícil,
pero no imposible,
de replicar.
Otro punto acerca del valor de la moneda
es que puede respaldarse en el metal con el que fue acuñado.
Si tengo una moneda de plata o de oro, su valor dependerá
del valor que tenga la plata o el oro. Mientras que el papel
podrá respaldarse en reservas de oro, es decir,
puedo producir la cantidad de billetes
con el valor del oro que posea
y de acuerdo con el valor del oro
en ese momento.
Pero esto es muy confuso,
como son confusas muchas cosas:
la economía, las matemáticas, la vida misma, por ejemplo.
Algunas monedas tienen errores de acuñación
y esos errores las hacen más valiosas,
porque son más únicas, más
irrepetibles.
En mi buró, por ejemplo, atesoro una moneda
con el rostro de Zapata y otra con el rostro de Villa.
Y ahora esas monedas valen más para los revolucionarios
o para los coleccionistas, pero no para las máquinas de refrescos.
Pongo también como ejemplo
la confusión que ha existido entre los billetes
de veinte pesos y los de quinientos pesos, que son azules
y tienen el rostro de Benito Juárez, pero cada billete tiene un valor diferente,
aunque comparten las mismas características esenciales, podría decir que el mismo espíritu.
Ahora que no soy niño y me resisto a la adultez,
me pregunto lo mismo y a la pregunta he añadido
el valor de otras cosas que antes no me interesaban
o no me atrevía a preguntar o ni siquiera sabía
que se podían preguntar porque no encontraba
cómo formular la pregunta: ¿puede existir
una pregunta antes de que se formule?
A todo esto, detrás del Yo sólo sé que no sé nada
se esconden los motivos que nos llevan a preguntarnos cosas
y descubrir en nuestra ignorancia una ventana a nuevos cuestionamientos.
Ahora hablemos del valor de otras cosas
a las que nosotros les atribuimos valor.
Como los nuevos billetes de cincuenta pesos,
que valen más porque son bonitos
y en su marca de impresión
llevan un ajolote
y hasta parece que valen más que los ajolotes mismos.
Aunque quizá nada vale.
A fin de cuentas, el papel sólo tiene el valor,
independientemente de que tenga escrita una cifra,
del oro, plata o del metal que lo respalda.
Pero el oro también tiene que buscar en qué respaldarse,
como el petróleo. Y el petróleo se respalda en sangre y dinosaurios.
No se diga más. Propongo
que las nuevas monedas sean
los dinosaurios de plástico.
Luis Fernando Rangel (Chihuahua, Chihuahua, 1995). Licenciado en Letras Españolas por la UACH. Autor de Corridos de caballos (Medusa, 2021; IV Premio Nacional de Poesía “Germán List Arzubide”) y Dibujar el fin del mundo (Editores UACH; Premio Estatal de Poesía Joven “Rogelio Treviño” 2017), entre otros. Textos suyos aparecen en revistas de México, Colombia y Estados Unidos, como Tierra Adentro, Punto de Partida, Punto en Línea, Rio Grande Review, Nueva York Poetry Review, Visitas al Patio, Cuadernos Fronterizos y LIJ Ibero, así como en diversas antologías, como Blavatsky. Antología del taller de poesía de Grafógrafxs (Grafógrafxs, 2022). Dirige la revista Fósforo. Literatura en Breve y la editorial Sangre Ediciones. Forma parte del taller de poesía de Grafógrafxs.