ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Cinco poemas de Xajays

Antonio Calera-Grobet

 

Castillitos de arena

 

No te (o a otros) mentirás. Te acaba del todo esto, en verdad matará esto de (querer siempre te quieran) timarte a ti mismo o timar. Por ello, de dársete la llamada de una Poesía (tiro neto de providencia, una cosa neta de atención y valentía), escucha bien: no te me cortas ni estrechas. Haces larga esa llamada para calmar la sed de tu jaguar, apaciguar tu gula, eso de irte yendo a pulir tus sobras completas. “Te quitas”, le dirás, “el maquillaje, nena”, a tu alma, porque de seguir en esto de mentirte, no será tu vida lo que sueles soñar, no hará de sopa verdadera o techo que te guarezca. ¿Poderoso caballero o Don dinero tú? ¡A saber qué es poderoso o caballero, primero! Escucha: harás larga esa llamada de la Poesía, y no se pide una “vueltecita” a la cantante Poesía: no sin antes la venia de sus caricias. No te mentirás. Cuidar lo indecible que es la Poesía cansa: de ahí el triunfo de los que sólo hablan. Pero esto es lo que dijiste amarías, lo que querías chupara toda tu sangre, te diera y quitara el hambre. Venga, pues, el temblor adentro: caiga de ti lo que merezca. Basta de castillitos de arena.

 

 

 

Nada que ver con ello

 

La quiero y por algo la he de querer, dijo nadie sobre eso de la “Poesía”. Sólo hay timbales de silencio sobre el tenerla cerca, pura madre de enviarle flores, invitaciones para sentarla a la mesa, comer de su pan en cualquier fecha. Nadie le da cariño a esa vieja señora, ni su lástima, ahí tirada la dejaron esquelética y pelona, ella el Gran Premio de México, Palacio de Hierro, Luz y Fuerza del Centro de nuestro cuerpo otrora. Ni monedas le tiran, no ponen en ella una mirada, una esperancita en veladora. Ya se sabe, lo mismo de siempre. A ella y a su familia, el arte, la filosofía, el arte de filosofar menos sobre el sofá y más sobre antropología, ni una torta. No las mandarán a estudiar, no a Nutrición los que desgobiernan, pero tú sí porque la quieres, vaya que la quieres y por algo será. La quieres, quizá, por lo lindo de su firmamento, las fondas, las panaderías, las ferias y las pulquerías de su ser. ¿Quieres ser mi novia?, le dirás, que no tuviste nada que ver con su deceso, aclararás, nada con las moscas mosqueando sus alegrías, le dirás, y que todo lo que está en tus manos lo harás, para que la vida no se le raje al salir de caza, no falte en ninguna de sus palestras el becerro de decir verdad.

 

 

 

Poema del mensajero

 

a Rafael Arzate Torres

 

Mando dátiles y palmeras, y un borrico cargado de lapicero y libreta, para construir lo tirado y luego la vida entera: un menester ir por los siglos de los siglos, lo más lejos que aún se pueda. Mando carruajes de libros y catalejos: para ir por el mundo como por una biblioteca. También cangrejos y pulpos en frascos de tinta, y erizos y berberechos. Galones de tinta, quise decir, y por berberechos entender seseras, pechos conectados a ellas. Mando fiestas y libreros, loros y monos cilindreros, velas para ver una vez parados de las mesas. Y unos camarotes con sus maremotos dentro de un par de elegantes sombreros. Mando consabidas, mi muy señor, amigo, mi muy señora mía: calaveras. Mando cajas tipográficas, maderas finas y escafandras. Mando grafitos y piedras preciosas, mando una pandilla de mantarrayas. Mando arrecifes, mando anclas, mando epígrafes escritos con limón, jengibre y nuez moscada. Mando erizos, mando cartas, ramillete de giros lingüísticos hasta tu casa. Mando abrigos y pasteles, mando casas de muñecas y muñecos de nieve, mando pistas de baile y tríos desde La Habana, mando Politec blanco, blanco de España y alpargatas. Mando toros bravos, Xajay sea su dehesa, y mando terrazas, bicicletas para rodar hasta Sevilla y de ahí a Granada y de ahí al chifonier y luego a La Alhambra. Mando café y pastelillos, mando puentes y que conste en los registros que no mando un solo insomnio, ni ropa con hoyos, ni visiones de los vencidos, ni pesadillas como calabozos. Te mando tu cámara fotográfica. No mando cosas cubiertas de polvo, ni almanaques de un pasado remoto ni trampantojos. Mando carros viejos de la ciudad de La Habana, eso sí, aparadores de tiendas de Matanzas, cañaverales y piñas coladas. Mando literas y cobertores para el frío, planchas de carbón y un par de pensamientos serios, serios como decir bejucos, albatros, decir eskerrik asko sin ojos de vidrio. Mando un par de traseros para patear, dos pretextos para dar el salto, un par de remos y una canoa, un par de patas de palo. Mando una bata para después de bañar, una decena de conejos aún sin nombre, un barril de aceitunas y una tabla para cortar. Mando costales de cebollas y aceite, mando mantequilla y bodegas de viandas para poder cocinarlas cuando su majestad quiera. Mando esmeriles para lijar lisonjas y tópers para llevar tu literatura absoluta, y por supuesto rollos de vendas, mandiles y mando recetas, y un cocinero por si hace falta, faltaba más. Mando, porque no nos mandamos solos, coyunturas varias, calendarios y agendas para corroborarlas, mando noticias de continentes y polos: palestras y ganas. Mando frases célebres, juegos de mesa, mando juegos de té y mesitas de café, por si las moscas que son siempre las visitas. Mando campos de trigo, campos magnéticos y resemánticos y bocanadas de agilidad con los puños, fórmulas millonarias y más de 550 aforismos de tema distinto, por orden alfabético, y un bonche de revistas. Mando amor a la maja vestida de la poesía, sin duda la más perfecta, pero mando más amor a la maja desnuda del poema, su cara visible y que rige nuestras vidas, y por ello seguro será siempre cosa tan bella. Mando al calce y si cabe en el sobre, ojalá aguante el camino y no zozobre, llegue sano y salvo todo en tiempo y forma como a su destino, un abrazo como pedazo de lana frazada, como fogata, y mando deseos de un gorrión en el pecho, el gran tesoro de otra mente en otro cuerpo, para todo el fragor de las nuevas batallas.

 

 

 

Cincel para labrar un con qué

 

La escritura: eso de abrir mazorcas al tiempo de sacarnos el veneno. Eso que chupa la sangre al tiempo que (qué lealtad que acompaña tu hambre) arma la plaza que te quita y da, alimenta tu caminar. Escribir es cribar, dejar en las tablas tu vaho o Gulag. Un día el paredón de tus ternuras y al otro Napalm: puro muro de los lamentos y a las horas un flan. Porque no es lo mismo, no por ahora, llamar del mundo a un toro que verlo llegar. En esto de decirnos va el somos, el sabernos escupitajos, meritos, avernos. Testa y ortote, cóndor que pasa o hiena que se queda, sea gesta o mitote, señora deambulando por Johannesburgo o Morelia, vaya la escritura. La escritura: eso que nos abre y se cierra.

 

 

 

Firmamento

 

Todo tiene que ver, imbricados están el cielo y el infierno, el mundo alfa y una garota, un pez beta con la anemia, una columna rota, querámoslo o no, el zen, el cero o el keroseno. Y tendrías que hacerte cargo, tomar esto en cuenta y hasta firmarlo. Por escrito o no, pero hacerte responsable de ya saberlo, darte por enterado, asumirlo, porque no se puede ir más uno haciendo pato, graznar o caminar como un pato en este mundo ornitorrinco. Y porque guardar esto (“Todo tiene que ver”) es saber que ni las palabras “Todo”, ni “tiene”, pronunciar el “que ver”, son piñas caídas de “Los Pinos”. El “Todo” ha sido una eterna tierra de los tuyos, el “tiene” ha sido tu par de brazos y no viene del mero poseer una avioneta, lo vas viendo, el “ver” tuyo de arropar a los que se plantan y dibujan la tuya y mía existencia. Todo tiene que ver y tendrás que afirmarlo: pasarás de ser cuerpo a lago, de botella de plástico a libre pescado, de ser fichita de plástico a tierna semilla para abrirse. Sólo así, al verte en el centro de todo esto, cerro bien sembrado de símbolos y memorias que has soñado, bien copado tu universo de yucas y ocelotes, meciéndose tu ser con otros, tú con la cadencia sola de una música, tú sobre el tiempo bien avenido, tu cara coronada sin el anti es que tu faz, y bien que así andarás por el infinito de estrellas.

 

Antonio Calera-Grobet (Ciudad de México, 1974). Escritor, editor y promotor cultural. Ha escrito columnas para el blog de la revista Letras Libres, la revista Variopinto (2013-2014), el portal de noticias Sin embargo,Este País y The Huffington Post. Entre sus libros publicados se encuentran El paseante (Malpaís Ediciones, 2016), Rambler (Mantarraya Ediciones, 2016), Sed de jaguar (Bonobos, 2018) y Xajays (Ediciones Periféricas, 2022).