Cuatro poemas
Ana Basilio
Yesenia y Juana viven debajo del lavaplatos
Se mudaron juntas
para no soportar a ningún cucaracho.
Todxs piensan que Yesenia y Juana vienen de afuera,
y que entran durante la madrugada
a través de un agujero negro.
Por las mañanas duermen
reconocidas entre sus cuerpos,
y secretan de cuando en cuando
un pegamento blanquecino donde se baten.
Dan vueltas detrás de un vaso
donde se tocan
las antenas
lugar atemorizante,
comida de ruido
derruido.
Humedad casi secreta,
aguja atravesada por el hilo
rojo, extendido
baboso.
El roce más tierno
subyugado
donde nadie quiere ver
vida tras vida.
El Viennetta es un postre para festejar a la vida
y no me importa que alguien opine lo contrario
Ya basta de cantarle a la tristeza, lloremos de alegría.
Gasta todos tus ahorros en tu videojuego favorito,
en la consola más moderna, en las bolsas más caras.
No vayas a trabajar, miéntele a tu jefe.
Dile que estás enfermo.
Y si la mentira rueda como bola de nieve,
ve al doctor y di que estás enfermo.
Pega tu frente a un foco y grita que te duele algo,
que te duele todo.
Que fuiste al IMSS y nadie te hizo caso.
Que la chica de ventanilla dijo que ya no había más medicinas
y luego te ignoró con una mueca fea
mientras se jalaba el cabello.
Dilo. Di que el mundo siempre ha estado en llamas.
Que las promesas del apocalipsis llegaron antes que tú
a esta era.
¡Qué época más divertida para estar vivo!
¡Qué ganas de sobrevivir a las siete pestes!
Yo quiero cabalgar con los cuatro jinetes
para llover de felicidad
con cada machetazo,
oyendo las voces de mi dios el hambre,
que hace de los gusanitos un dip para morderle a la tortilla
y lamer cada resquicio de los platos.
Nada mejor que morir para siempre en estos días,
y decolorarse el cabello de azul y morado.
Deja que te caiga el confeti,
hazte una herida en el brazo
y que todos la vean,
porque no importa.
Ya nada más importa.
Corre al Oxxo y sé feliz.
Cómprate un Viennetta
aunque no sea tu cumpleaños.
Festeja sin sentido y apaga la velita
con el más sincero deseo
de no volver a nacer.
Sinastría
La licuadora traduce música
y señales que no entiendo
mientras junta todos mis pensamientos
e interrumpe la conversación de las personas cerca.
Get your shit together, me dijiste.
Y yo busqué la traducción en Google
mientras tu espalda se perdía en la calle.
De cuando me convertí en la mujer biónica
Y llegó el día en el que sólo oía zumbidos
como si una radio dentro de mí
ya no sirviera,
o una familia de moscas
tuviera nido en mis orejas.
Tirones, fiebre.
El monstruo de mi cabeza está llorando.
Mi abuela fritó unas cucarachas
en la sartén con aceite de olivo
hasta que sus articulaciones tronaron.
Una vida por otra, un dolor
como una baraja.
Las cucarachas han sido
verdaderas guerreras,
resistentes a la radiactividad,
a Chernóbil, al H24.
Ellas dejaron
la escritura de sus huesos
en el baño de Olivo,
y el susurro de todo
fue vertido en mis oídos.
Desde entonces
escucho a través de las paredes
lo que hablan en mi casa
y en las casas de los vecinos.
Oigo a lo lejos
las alas de las moscas acercarse,
las patitas de los insectos sobre las superficies,
las garras de las ardillas
rascando los techos de lámina,
los muebles apachurrados en la panza de mi gato,
los carros que ahí vienen
y nunca prendieron las direccionales.
Entre más lejos mejor
pero si te acercas será estruendoso,
tanto,
que fingiré
no darme cuenta
o congelarme ante la luz
volcada en una presencia infinita.
Ana Basilio (Poza Rica, Veracruz, 1992). Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana y Derecho en la Universidad Veracruzana. Es autora de Éter para victimarios (Ediciones Sediciones, 2019) y de las plaquettesManifiesto bacanal (C.L., 2012) y Alógena (Astros, 2008). Parte de su trabajo aparece en Escaparate de Poesía, Revista El Humo, FemFutura y Poetry Slam Madrid, entre otras publicaciones. En 2021 participó en la antología Novísimas: Reunión de poetas mexicanas, Vol. Il, de la editorial Los Libros del Perro. Es integrante del taller de poesía de Grafógrafxs.